~ S O F Í A ~
No sé cuando tiempo había pasado desde que estaba ahí en ese limbo, a veces escuchaba voces pero no podía distinguirlas, sentía que volaba por una habitación blanca. No fue hasta que escuché la voz fuerte de Santino que sentí que caí en el suelo del mismo color.
—Santi —Dije buscando por todos lados, pero lo lograba ver a nadie, solo escucharlo decir que me amaba—. Yo también...
Busqué por todos lados hasta que todo fue aún más claro, pero está vez sentí como las luces del techo irritaban mis cosas. No podía respirar bien. Sentía algo en mi garganta. Ahí estaba Santino y Henry, ambos estaban discutiendo, pero yo me estaba ahogando y no podía respirar.
Vi más personas y todo fue como en cámara lenta. No estaba consciente aún de lo que sucedía, los doctores hablaban y yo no entendía nada. Claro que ver a mi madre y a mi abuela fue lo mejor que me haya pasado. Me contaron tantas cosas. El accidente, la muerte de Gallardo, todo.
—¿Santino, cómo está? —Le dije a Elettra que estaba ahí conmigo junto a las mujeres de mi vida.
—Ahí está, vivo... Solo trabaja y está con Bruno...
—¿Se divorció? —No era algo correcto de preguntar ante de mi madre pero necesitaba saber si podíamos estar juntos. Ella asintió.
—Hace un par de semanas, Lucianna se encargó de esparcir rumores en la prensa y eso la hizo perder cualquier derecho a contra demandar. Si Santino había sido un adúltero, lo mejor era divorciarse, pero tranquila, ella se fue lejos... Solo viene cada dos semanas para estar con Bruno un par de días.
Mi madre no sabía que yo había estado con alguien casado, pero no me juzgo ahora, yo era feliz con Santino.
Cuando las mujeres se fueron, entró Henry para mi sorpresa. Debía decirle algunas cosas que me comentó mi abuela.
—Me alegra que hayas despertado...
—Mi abuela me contó lo que hiciste por mí —Le dije juntando mis manos notablemente nerviosa.
—Si, tenía que hacer algo cuando me enteré de que estabas en coma —Yo no podía decirle nada más—. Espero que te recuperes pronto y aceptes un tour por Londres...
—Gracias Henry —Dije finalmente cuando el se acercó a besar mi frente. Se retiró luego de eso, no esperaba verlo ahí. No quería pensar que Santino estaba enojado por su presencia.
Santino. ¿Te habrás ido?
Me entregaron mi celular, tenía tantos mensajes, de amigos de la academia que aún me quedaban. Algunos profesores deseándome buenos deseos. Necesitaba regresar a México lo más pronto posible. Quería verlos a todos.
Entre a mis redes sociales encontrándome más mensajes como esos, recordé cuando pasó lo de mi ex y también recibí de sus buenos deseos. Sabía que no estaba sola.
De repente me di cuenta que no estaba sola, sino que Santino había entrado a la habitación. Deje mi celular de lado y le sonreí. Se veía extraño, tenía una barba despeinada y larga. Aunque me gustaba, prefería su rostro libre de vellos faciales.
—Santino —Le llamé. Le estiré mi mano para pedirle que me tocará. No quería pensar que esto era una sueño que el era una ilusión de mi mente como la de mi madre y mi abuela.
—Niña —Vi como sus ojos se aguaron. No era un sueño. Me estaba tocando. Se acercó a mi y beso mis labios delicadamente. No había duda de que lo quería y de que el a mi.
—No llores por favor —Le pedí tomando su rostro. No quería pensar que estaba triste ahora que luego de meses de agonía.
—Te tengo aquí conmigo —Cerró ojos y juntó su frente con la mía, estaba llorando. Se sentó a mi lado, y me abrazó.
—Santino —Le dije cuando nos separamos—. Yo también te amo —Continué con una sonrisa. El abrió sus ojos asombrados de mis palabras, sabía que no se lo esperaba. Le escuché decirlo.
—Debes casarte conmigo —Propuso con desesperación, se notaba en su mirar que estaba sufriendo. O, más bien, que había estado sufriendo. Aquello me rompía el corazón.
—No podemos casarnos —Respondí con todo el dolor de mi alma. No había nada más en ese momento que estar diciéndole que no al hombre que había puesto todo mi mundo de cabeza—. Debemos recuperarnos de todo esto, acabas de perder a tu padre, yo casi muero, necesito que sanemos.
Era la decisión más madura que podía tomar en ese momento. No quería que nos casáramos y por nuestras heridas abiertas, se arruinara todo. Sería culpa de ambos y eso me dolía.
—Haré lo que quieras, pero debes estar a mi lado —Me pidió el con una sonrisa. Tomó mi mano. Yo asentí acercando mi mano hasta su mentón, lo besé con intensidad. No había forma de pensar que estaba loca, ya lo sabía.
—Lo haremos bien —Dije una vez me separe de sus labios.
—Lo haremos bien —El repitió antes de darme esa hermosa sonrisa que siempre siempre me alegraba los días.
Si quería comenzar una relación con alguien más yo debía cerrar heridas. Mi ex había dejado una huella en mi ser y ya no confiaba ni en mi misma. Sabía que no era capaz de cuidarme, así que debía asistir a un psicólogo lo más pronto posible.
—Me gusta esa barba —Le dije luego de estar un rato hablando de las cosas que sucedieron todo este tiempo perdido para mi.
—Me la dejaré entonces —Se acerco a besar mi nariz. Era un ángel que llegó para golpear mi puerta.
EME.
Algo que quiero tratar con mis historias es siempre dejar un mensaje. Recuerden que la salud mental es lo más importante. Si no eres capaz de vivir en paz contigo misma, no podrás estar en pareja, aunque realmente quieras a la otra persona.
Si hay heridas abiertas dentro de ustedes, ese dolor va a ser transmitido hacia la otra persona.
Cuídense, lávense las manos y usen siempre mascarillas.
Nos leemos.