Castigo y malos chistes.

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El timbre suena justo cuando Annabeth doble el pasillo y deja atrás a las brujas con los badboys. Ya ha acabado la clase de matemática. Annabeth ve que sus amigas bajan las escaleras casi corriendo en dirección a ella.

—¡Annie! —la saludan.

—¡Hola! —contesta Annabeth.

—Nos preocupamos muchísimo de que no habías llegado —dice Piper llegando a ella.

—Llegué tardísimo —Annabeth le dice.

—¿Y esa camisa? —pregunta Hazel.

—Ah... Me la ha emprestado Perseus —responde Annabeth en voz baja.

—¿Percy? ¿En serio? Pensé que se odiaban a muerte —la acusa Hazel.

—Y así es —asegura la rubia, afirmando con la cabeza para que no quede lugar a dudas—. Solo ha decidido ser amable conmigo una vez. Seguro que está plagada de veneno, pero no tengo más opciones —Y entonces Annabeth les cuenta a sus amigas sobre el encuentro con Reyna y Rachel, bajo sus atentas miradas desaprobatorias.

Horas más tarde...

La temida hora del castigo había llegado. Y Annabeth continúa con vida, lo cual niega su teoría de que la camiseta de Percy estaba llena de veneno o polvo picapica.

Se dirige despacio a la sala de castigo. Quiere acortar lo más que pueda su hora con Percy. Entra en la sala y ve que Leo está allí, como le dijo Piper. Leo está jugueteando con un pedazo de papel, lo arma en diversas figuras y lo desarma. Es obvio que no tiene nada más productivo que hacer.

Annabeth se sienta en el pupitre al lado de Leo, donde le señala el profesor.

—Y como es de costumbre, el señor Jackson llega tarde —dice el profesor Edward de Matemática mirando la lista de castigados. Annabeth cruza los dedos para que Percy no llegue. Pero finalmente sí lo hace, lo cual afirma el pensamiento de Annabeth de que hoy es su peor día.

Percy se sienta en la otra punta del salón, pero el profesor Edward no se lo permite.

—Al lado de Chase —le indica el profesor. Percy se sienta donde le dicen obligadamente.

El profesor Edward sale de la clase a atender una llamada telefónica. Annabeth le pide prestados los apuntes de matemática a Leo. Él se los pasa y Annabeth comienza a copiar. Estaba tranquilamente concentrada en los ejercicios cuando una bola de papel le golpea la cabeza. Annabeth no voltea a ver, pero sabe perfectamente que fue Percy. Leo comienza a reírse, Annabeth le lanza una mirada de furia y él intenta calmarse pero se le hace imposible.

Otra bola de papel. Ésta vez la chica de ojos grises de pone de pie, lista para hacer picadillo a Percy cuando el profesor vuelve a entrar.

—¿Hacia donde se dirigía, señorita Chase? —interroga el profesor. Annabeth se queda en silencio, y vuelve a sentarse.

Durante unos minutos el salón estuvo en total silencio, hasta que Percy lo arruinó.

—Hey, profe. ¿Qué tal unos chistes? —pregunta Percy. El profesor le lanza una mirada de «Cállate». Esas miradas son muy comunes para el chico de ojos verde mar—. ¿Qué pasa si un pollito levanta una pata y después la otra? ¡Se sube al autobús!

Leo revienta en risas. Annabeth solo rueda los ojos. Y el profesor lanza un suspiro de cansancio.

—¡Ese chiste te lo había dicho yo! —dice Leo entre risas—. ¡No puedo creer que aún lo recuerdes! Pero tengo uno mejor.

—¿Cuál? —quiere saber Percy.

—Tengo un loro que si levanta la pata derecha habla inglés. Y si levanta de izquierda habla francés.

—¿Y que pasa si levanta las dos? —pregunta Perseus.

—¡Se cae! —responde Leo entre risas. Su amigo se ríe, pero es más por piedad y porque la risa de Leo es mucho más graciosa que el chiste.

—¡Silencio los dos! —exclama el profesor. Al momento sus risas se detienen.

Annabeth agradece que el profesor los haya callado, y siente que esos pocos minutos han sido eternos.

El castigo finalmente termina después de lo que pareció durar años. Annabeth siente que es el mejor momento del día. Le tocará irse de nuevo caminando ya que el autobús se ha ido hace una hora.

* * *

Annabeth llega agotada a su casa. Siente que ha hecho suficiente ejercicio por el resto de su vida.

Una vez más, su padre no está. Su madrastra tampoco. ¿A dónde se van todos?

Luego de comer un sándwich sube a su habitación y piensa en entrar en la Web del colegio. Quizá FreeBoy o ChicoTímido están conectados. Así que inicia sesión y ve que ninguno de los dos está. Piper tampoco. Y no reconoce ningún nombre que pueda ser Hazel.

Revisa la lista de conectados y ve un nombre muy curioso: TodosMeAman. «Que nombre de usuario más raro», piensa la chica. Pero la curiosidad le gana y le escribe.

OlorAFresa: ¡Hola!

TodosMeAman: ¡Hola, OlorAFresa!

OlorAFresa: Que nombre tan interesante tienes.

TodosMeAman: Es que todos y todas me aman. Es un hecho.

OlorAFresa: Que gran autoestima tienes.

Annabeth escribe eso pensando que es una persona muy arrogante. Ella ya se iba a despedir, cuando él le responde:

TodosMeAman: OlorAFresa es un lindo apodo.

OlorAFresa: Gracias, es mi olor favorito.

TodosMeAman: Ese también es el olor favorito de una chica que conozco.

OlorAFresa: ¿Y cómo se llama?

Si TodosMeAman respondió, la respuesta no le pudo llegar ya que a Annabeth se le cayó la conexión a Internet.

¡Como te odio, Percy! ✔Where stories live. Discover now