Donde Yelena es secuestrada, llevada a Estambul y jura tomar venganza por los que la hicieron sufrir.
Donde el Sultán Ahmed cree que nunca podrá conocer el amor, hasta que conoce a la bruja rusa.
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Llegaron a Estambul y todo lo que Yelena se propuso se desmorono al momento de pisar tierra firme. El llanto se detuvo pero se sentía minúscula e invisible. A pesar de que ella era alta para su edad y sus cabellos rojizos y ojos azules la hacían destacar de las otras chicas, pensaba que esto no era justo.
¿Qué pecado había cometido para merecer tal castigo? ¿De verdad se merecía perder su libertad y volverse una esclava? ¿No era muy joven para esto?
Mientras la pelirroja se desdichaba en su pena pudo escuchar a unos hombres hablar sobre el Sultán. Decían que era joven, pero tenia experiencia gobernando Manisa y ya tenía un heredero. No tardo en descubrir que Selim I había fallecido y que su hijo Ahmed ascendió al trono. El pueblo parecía contento y tenía altas expectativas en el nuevo sultán.
Antes de seguir con sus pensamientos, el hombre que pudo identificar como el líder, la empujo hacia la fila con las otras chicas.
—Acérquense señores y miren a estas hermosas mujeres —gritó Abdul Efendi.
"Mujeres" La más grande del grupo era Inna y solo tenia 17 años. El Efendi fue presentando a las niñas y las ofertas empezaron. La primera, Azra de Bosnia, la compraron para un burdel. La segunda, Alexandra de Polonia, ahora era la sirvienta de la esposa de un hombre rico. Alisa y Katerina de Rusia fueron compradas para ser cocineras. Muchos hombres intentaron comprar a Yelena pero Abdul Efendi se negaba y les presentaba a otra.
Así siguió hasta que solo quedaron ella, Nadya y Valeria. Un hombre que parecía de clase alta se acercó después de la subasta de las jóvenes.
—¿Cuánto por la pelirroja? —pregunto el extraño.
—No le recomiendo llevársela, es irrespetuosa y no conoce limites ¿No le gustaría llevarse a las otras chicas? Valeria es de Venecia y conquistará a nuestro sultán después de una noche. Y Nadya puede ser joven pero es de familia noble y sería una muy buena sirvienta para la Valide Sultan.
—¿Cuánto me saldría?
—100 aspers por las dos.
—Hecho ¿Y esta? —dijo señalando a la rusa.
—300 aspers —susurró molesto el Efendi. Le había prometido a esa muchacha pelirroja a otro hombre ruso pero no podía rechazar a uno de los confidentes del sultán.
—Más vale que te conviertas en una Gözde con lo que estoy pagando por ti.
El señor saco la bolsa de monedas y conto el dinero exacto que necesitaba. Entregó las monedas y miro con mala cara a Abdul Efendi que pensaba que era un estafador. Las tres empezaron a seguir al hombre mientras se daban las manos, sin siquiera saber a donde las llevarían.
