Porfavor déjame entrar

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Alan era un joven, de más de 20 años, que con solo un secundario hecho, se embarcó en la complicada misión de independizarse, no porque el quisiera, sino porque sus padres se habían mudado a una ciudad nueva, mas segura, con controles anti doppelganger más riburosos, Alan por su parte, aún que le gustaba la idea de la seguridad, prefería quedarse en su ciudad natal, no había nada de malo en ella, claro, aparte de los monstruos roba identidad que acechaban de noche, pero eso ya era cosa de todos los días,   buscar trabajo no lo era y de momento era una odisea.

Todos los puestos disponibles daban una miseria como paga o requería algúna experiencia laboral, la cual no tenía, estaba considerando la idea de irse con sus padres cuando alfin encontró un empleo decente, la paga era muy buena y no pedía experiencia previa, solo tener buen ojo y estar atento, además si cubría el horario nocturno tenia la posibilidad de hospedaje en el complejo de departamentos que tenia que cuidar, así podia matar dos pájaros de un tiro, aplicó y al día siguiente ya le estaban dando una charla sobre como hacer su trabajo.

Las primeras horas fueron tranquilas, solo tenía que abrir y cerrar la puerta cuando dejaba pasar a alguien, lo complicado estaba en verificar la identidad de la persona, si se equivocaba podria ocurrir un desastre.

Hasta el momento no había necesitado usar el número de emergencia, se preguntaba con que frecuencia atacaban esas cosas en otros lugares, tal vez debería informarse más una vez terminado su turno.

–Que habrá pasado con el anterior guardia? Lo despidieron pero no dijeron porque... Na seguro se quedó dormido.

Hablo solo mientras se preparaba otra taza de café, hasta que se acostumbrara a mantenerse despierto toda la noche tendría que valerse de café y energizante, puesto no quería ser hechado el primer día por incompetente.

-Ejem hola?

Rápidamente dejo lo que estaba haciendo y presto atención al vidrio que separaba su oficina del exterior, ahí había un hombre parado, del cual destacaba su barbilla prominente.

—Buenas noches señor, identificación y solicitud de ingreso por favor.

—Tu eres nuevo no? No te preocupes estoy seguro que te acostumbrarás rápido a esta rutina.

A pesar de las palabras de ánimo, su sonrisa provocó una ola de escalofríos subir por su cuerpo, poniéndole la piel de gallina, hizo eso a un lado y presto atención a cada pequeño detalle, pero... Había algo que no estaba bien.

—Señor Izaack Gauss... Su apariencia no es la misma.

—Ah? De que estás hablando? Fíjate otra vez.

Su tono era demandante y podía ver una pequeña capa de sudor en la enorme frente del contrario.

—Insisto que su apariencia no es la misma y tampoco está en la lista de hoy.

—lista de hoy? Maldición no contaba con eso, me atrapaste.

En el momento que dijo eso su tono de voz se volvió más ronco y profundo, sos ojos parecían inyectados con sangre, empezó a golpear el vidrio son una sonrisa sádica llena de dientes filosos.

—Y bien? Que harás al respecto? Adelante, llama a tus amiguitos del DDD, nunca se liberarán de nosotros y al final cumpliremos nuestro objetivo.

Se había congelado del miedo al escuchar su amenaza pero rápidamente recuperó la compostura y precio no el botón rojo, la persiana bajo y pudo llamar al 3312 para que se encargaran de la amenaza, más tarde un exterminador dió por finalizada la emergencia y me autorizó seguir con mi labor.

—Carajo eso fue horrible...

Se dejó caer en su asiento pensando que ahora la paga no parecía tan buena en comparación a lo que tendría que aguantar, pero ya era tarde para retractarse, sus cosas estaban en una de las habitaciones listas para desempacar, se resigno y siguió trabajando hasta el final de su turno, por suerte nadie más llegó, rápidamente subió por el ascensor hasta su nuevo departamento que quedaba en el último piso, no, mejor dicho era la terraza del edificio, con su llave maestra habrío la puerta y miro a su alrededor, no estaba tan mal, peor era dormir en la calle, aunque claro, no creia ser capaz de dormir mucho esa noche.