25: Tu corazón te ganará

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Severin

Siento el tacto de sus labios en un beso arrollador. Rodeo mis brazos en su cuello y cierro los ojos, notando las mariposas en el estómago. Nuestras bocas se mueven en un sinfín de sensaciones. Es un hermoso sentir. Aquel toque me lleva a las nubes, así que estoy segura de que es el mejor besador del mundo.

Abro los ojos un segundo, entonces me cruzo con aquel color verde. Reacciono un momento, dándome cuenda de quién es la persona que estoy besando.

Renart Nowell.

―¡¡Aaahhh!! ―chillo, despertándome, y me caigo de la cama, así que reacciono, suspirando, aliviada―. Ah, era un sueño... ¡Ay! Pero mi espalda...

Necesito dejar de caerme al menos por una semana.

Y a todo esto, ¿por qué mierda soñé que me besaba con Renart? Admito que ha sido muy amable y tal, pero de ahí a gustarme, no creo. ¿Verdad? ¿Cierto? ¡¿Hola?! ¡¡¿POR QUÉ NO LO ESTOY NEGANDO?!! Qué me parta un rayo, no puede ser, tiene que ser una maldita broma de mi cerebro.

Respira, Severin, practica lo que aprendiste en yoga. Vamos a meditarlo con calma, no hay que alarmarse. Me siento en mi cama, entonces me pongo en posición para relajar mi mente. Controlo mi respiración y cuando ya estoy lista, dejo caer la pregunta.

¿Me gusta Renart? Sí.

¿Se lo voy a decir? Antes me mato.

Esto no soluciona nada, fue peor, mejor lo ignoro. Además, estoy de suerte, hoy es mi día de beneficio. No lo veré en todo el día, así que estaré bien.

Voy a la universidad, entonces me cruzo con Jennifer, la cual viene corriendo muy contenta y me grita emocionada, alzando la mano.

―¡Hola, Raris!

Me río.

―Me alegra no ser "la novia de Renart" para ti, hasta prefiero ese apodo.

―Claro que lo eres, pero como soy tu mejor amiga, tengo privilegios.

¿Desde cuándo?

―¿Okey? ―digo, confundida.

Casi ni la veo, aunque claro, Renart ocupa casi todo mi tiempo, pero festejemos ¡Hoy no!

―¿Nos vamos? ―Me agarra del brazo―. Severin famosita raris.

―¿A dónde? ―Enarco una ceja―. ¿Y por qué el nombre tan largo?

―¡¡A ver a tu novio en gimnasia!!

―¡¿Qué?! ―chillo cuando me tironea del brazo―. ¡¡No!!

¡¡ES MI DÍA LIBRE, AUXILIO!!

Me lleva en contra de mi voluntad, entonces llegamos al patio donde los chicos están jugando un partido. Intento no buscar a Renart entre ellos, pero mis ojos hacen una guerra y le ganan a mi cerebro, así que lo visualizo. Corre a las gradas y justo se saca la camiseta. Qué suerte la mía, quiero decir... ¡¡QUÉ DESGRACIA!! Luego se moja para sacarse la transpiración ¡¡NO, MAN!! ¡¡NO HAGAS ESO!! Si había dudas, ya están todas disueltas.

Lo miro más detenidamente, está sonriendo. Puedo reconocer su sonrisa de hipócrita a kilómetros. Se ríe con sus falsos amigos, quién sabe de qué chiste, el cual seguro ni le hace gracia. Luego le aclaran algo en específico y su gesto cambia por completo, gira su rostro hacia mí. Chillo, entonces me escondo detrás de Jennifer, pero pude notarlo. Hizo una sonrisa auténtica cuando me vio.

"Me gustas".

Me lo ha dicho tantas veces y de diferentes formas, así que no puedo evitar pensar en ello.

―Oh, el amor ―expresa, emocionada, mi supuesta amiga―. No seas tímida, ya viene tu príncipe azul.

―¡¡Ay, mierda!! ―chillo.

―Darling. ―Escucho su voz, vuelvo a gritar y toma mi mano para que no huya―. ¿Te olvidaste o te confundiste? ―consulta sobre mi beneficio, sobre no verlo, luego mira a Jennifer―. ¿Nos dejas a solas?

―¡¡Claro!! ―declara, feliz, la rubia, y se marcha corriendo.

―Ya se fue, puedes gritarme por venir, pero es que te vi y no lo pude evitar, mi corazón se movió muy rápido. Suena cursi y humillante, pero es lo que hace cuando te ve, solo quiere correr hasta ti.

¿Y el mío? Ni te imaginas.

―Su... suéltame ―digo, nerviosa, y lo hace. Siento que mis mejillas queman, luego aclaro por lo bajo―. Gracias.

Hace una reverencia.

―Un honor para mí hacer que te sientas cómoda.

―No hables como mi madre y su teatro. ―Refunfuño.

Se ríe.

―Sabía que lo notarías.

No... no te atrevas... no, Severin. Mierda, ya sonreí.

―¿Cómo no? Imposible. Encima lo haces a propósito.

―Es un don que tengo. ―Mantiene la sonrisa.

Maldita sea, ¿por qué puedo diferenciar sus sonrisas?

―Estás contento ―murmuro.

―Porque te veo.

―Ya deja de decir eso ―exclamo, alterada―. ¡Qué vergüenza!

―No supe que era un patético romántico hasta que te conocí. ―Toma mis manos de repente―. Por si no te vuelvo a ver el día de hoy, déjame decirte lo mucho que me gustas.

Me desmayo.

―Está... ¿Bien? ―digo, confundida―. Gracias y adiós.

Me suelto y salgo corriendo como si fuera el fin del mundo. Aunque debe ser mi final, pues me encanta que repita que le gusto a cada rato. Me muero, yo no puedo admitir esto, no puedo aceptar tal aberración.

¡¡Ni siquiera es pelirrojo, no tengo una buena excusa!! 

            ¡¡Ni siquiera es pelirrojo, no tengo una buena excusa!! 

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¡¡Al fin se enamoró Severin y ya llegué a las 20.000 palabras!! 

Me quedan dos semanas para inscribir la historia a la tercera ronda del ONC y todavía no terminé la historia, pero ya tengo el primer requisito, toca seguir a este buen ritmo 💖

Saludos, Vivi.

Tu secreto te condenará #ONC2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora