9. 615

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Es lo malo de salir con un crío de diecisiete años para dieciocho: necesita presumir de chochete, aunque bueno, todos los hombres en general. Ojo, que tampoco le llevo tanto y el ir a una fiesta preuniversitaria no se me hace muy lejano, pero es lo último que me apetece hacer un sábado por la noche, prefiero quedarme en su casa viendo una peli mientras nos metemos mano, o lo que surja.

Nos dirigimos a la casa de la fraternidad donde se celebra la fiesta. Durante el trayecto me ha ido poniendo al día: de sus amigos que irán, de cómo se van a colar... En fin, cosas de niños, pero menudo niño, porque folla igual que uno de cuarenta. A ver si sus amigos son iguales.

La casa es enorme desde fuera, y ya hay varios borrachos en el jardín y en la piscina. Pinta bien la cosa.

Poniéndonos en situación, éste crío todavía no conoce mi faceta sumisa, sí que es cierto que algún azote ha caído, pero no ha pasado de ahí. Y sinceramente creo que no le va este royo, así que de nada me sirve. A por otro. Es el único motivo por el que he venido a esta ridícula fiesta. Soy una zorra sin corazón.

Nada más entrar veo que hay aún más borrachos dentro de la casa, y no solo universitarios, hay gente de todas las edades. Mi niño se va con sus amigos párvulos a presumir de la hazaña de colarse en una fraternidad mientras que yo voy a la cocina a por algo de beber. Me encuentro con gente liándose en la encimera, otros jugando a juegos de beber, etc. No se yo si voy a conseguir mi objetivo esta noche.

Estoy poniéndome un cubata cuando noto a alguien detrás mío
- ¿Y tú qué estudias? - me pregunta.
- Ingeniería aeroespacial - respondo poniendo los ojos en blanco sin girarme.
- Tienes pinta de médico - persiste.

¿Y este gilipollas?
Me giro para soltarle una perla cuando me topo con su abdomen. Levanto la cabeza y me encuentro con unos ojos azules penetrantes observándome desde su metro noventa. Joder con el gilipollas, sí que está bueno.

- La anatomía es mi fuerte - le respondo.

Tiene una sonrisa preciosa y rondará los veintitantos, me gusta.
Continuamos charlando sobre tonterías y me olvido por completo del crío, que está descubriendo el apasionante y emocionante juego de "Verdad o desafío" junto con el resto de sus amigos.

La bebida fluye y acabamos liándonos en la cocina, siento su lengua en la campanilla desde el primer momento como dando a entender que él manda. Me encanta.
Me coge de la mano y subimos a una habitación que resulta ser la suya. Nos tiramos a la cama y continuamos, él se pone encima de mí en todo momento y con su rodilla separa mis piernas para meter la mano. Estoy lo suficientemente borracha y caliente como para dejarle continuar. Me masturba el clítoris en círculos, lo aprisiona entre el índice y el pulgar tirando de él haciendo que gima como la perra que soy. Cuando ya me he corrido me gira bruscamente dejando mi culo en pompa. Me sube el vestido y me baja las bragas dejando mi coño expuesto. Lo roza con la punta de los dedos, sintiendo mi humedad, sube la mano por mi culo, roza mi ano hasta que suelta un azote en la nalga derecha que me pilla por sorpresa. Giro la cabeza para mirarlo y suelta otro. Y otro. Y otro. A estas alturas mis jadeos se deben de escuchar en la planta baja.
Su sonrisa es traviesa y malévola, al igual que mi mirada de borracha.
Se baja los pantalones y me penetra. Tiene una buena polla. A modo de agradecimiento por los azotes muevo las caderas para que nuestro placer sea mayor, pero él me las coge para inmovilizarlas, y aumenta sus acometidas. Me siento como un juguete, como un simple agujero donde se alivia. Me encanta.

Cuando se corre me giro rápidamente y me meto su polla en la boca saboreándosela. Me sujeta la cabeza para dejarla en posición y actúa igual, es él quien me folla, no yo a él. Mi boca es ahora su agujero. La noto al final de la garganta y como las arcadas me suben.
Cuando se viene en mi garganta me suelta y se tumba en la cama boca arriba. No sé realmente qué hacer, así que subo a la cama y a cuatro patas le chupo los huevos, me los meto en la boca con el objetivo de que se sienta orgulloso de mí.
Él me mira con su preciosa sonrisa y me atrae hasta su cara donde me besa. Durante la siguiente hora le cuento mi situación, mis gustos y lo que busco. Me escucha con paciencia y hace preguntas sobre lo que me gusta y lo que no.

- ¿Qué te parecería - pregunta en un momento dado -. Si ahora, que está casi todo el mundo borracho, bajamos abajo y te follo delante de todos? ¿Te gustaría?
- Claro que sí - respondo.
- Busca un rotulador - me ordena de repente. Le miro con cara extaña-. Esto es una fraternidad, hay que marcar las cosas - responde con una sonrisa torcida.

Le llevo un rotulador permanente que había sobre el escritorio, me sube el vestido y comienza a escribir en mi nalga derecha. Me giro para verlo en el espejo "615". El número de habitación. Me vuelve a dar un azote y nos dirigimos hacia las escaleras para bajar a la cocina. Él se coloca detrás de mi de manera estratégica para ver mi culo, el cual yo le enseño levantando la parte trasera de mi vestido. Bajando las escaleras son varios los que dan gritos como cromañones y me azotan el culo.

Al llegar abajo me ordena que de una vuelta por toda la planta inferior para que todo el mundo me vea, y así lo hago, noto cientos de miradas en mí y eso me encanta. Al regresar a su lado me dobla por la mitad colocando mi pecho sobre la isla de la cocina y me abre las piernas. La gente continúa gritando y animando y él es el primero que me folla. Un par de manos me azotan de nuevo tanto el culo como las mejillas. Cuando acaba es otro quien toma su lugar, y así sucesivamente, no me giro para mirarlos ya que una chica se ha abierto de piernas en frente de mi cara y me obliga a comerle el coño. Así lo hago, paso la lengua por su clítoris y por su agujero. La gente comienza a rociar alcohol por su cuerpo para que se escurra por su coño y yo lo beba desde ahí. Siento que me corro varias veces y son muchas las pollas que acojo en mi interior.

Finalmente noto como alguien me agarra desde atrás y me lleva escaleras arriba. Es él.
- ¿Te lo has pasado bien? - me pregunta.
- Sí - le respondo.
- ¿Quieres continuar?
- Sí, por favor - le miró suplicante.

Me sonríe de nuevo y me lleva a otra puerta que no es la 615. Cuando la abre veo que es un baño, y por la pinta, el único que hay.
Me lleva hasta la ducha y ahí me gira para mirarle a la cara.
- Manos arriba - ordena.
Así lo hago y ata mis dos manos al grifo colocado en lo alto de la ducha con mis bragas, que vete tu a saber de donde han salido. Me remanga el bajo del vestido para que se quede en la cintura y no se baje. Por último, abre mi escote para que mis pechos queden al aire. Me siento humillada y sucia.
- Volveré a por ti en una hora. Luego me cuentas qué ha pasado.

Se dirige hacia la puerta, apaga la luz y se va. Me quedo en penumbra durante al menos tres minutos hasta que la puerta se vuelve a abrir y entra un chico. Va dirección al retrete pero se sorprende al verme. Se queda un momento sin saber qué hacer.
- ¿Es una novatada? - me pregunta inocentemente. No puedo evitar reírme.
- Sí, acabo de entrar en la fraternidad, habitación 615, ingeniería aeroespacial - me giro para enseñarle mi culo, el cual se queda mirando demasiado tiempo -. ¿Quieres tocarlo?

No hay que decírselo dos veces, se acerca a mi, me estruja el culo y las tetas y se hace una paja que cae sobre mi monte de Venus.
- Gracias - le digo. Sé que a mi nuevo dueño le gustará que sea amable.

Durante la siguiente hora va llegando gente, borrachos y no, algunos pasan olímpicamente de mi y otros no, juegan conmigo, me manosean, encienden la ducha, me follan e incluso se mean encima mío. Al final, cuando mi amo regresa, me encuentra empapada, manoseada y con las bragas de otra chica metidas en la boca. Me desata las manos, me quita el vestido y espera en la puerta como un caballero dejándome intimidad para que me lave.
Cuando ya estoy presentable le relato todo lo acontecido en esta última hora, me besa en la mano y se va.
Voy abajo a buscar a mi niño y a pedirle disculpas por haberle dejado abandonado, por haberle puesto los cuernos y demás, sin muchas ganas la verdad.
Pero cuando llego me lo encuentro profundamente dormido en el sofá, y un chaval me dice que lleva casi tres horas dormido. Es decir, que le he puesto los cuernos en medio de la fiesta, dejando que todo el mundo me folle y él ni se ha enterado. En fin, ojos que no ven, corazón que no siente.

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⏰ Last updated: Aug 10, 2020 ⏰

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