CAPITULO VII: UNA NOCHE EN DERYVILLE

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Caminé por las calles en busca de un bar donde divertirme, debo admitir que era un lugar muy bello para vivir, no conocía las demás ciudades que existían en este nuevo mundo pero esta sin duda era una que me emocionaba; encontré un lugar muy llamativo llamado "Luz de Luna" al entrar pude ver un ambiente muy divertido, baile, ebrios platicando de tonterías, meseras hermosas, era el lugar perfecto para mí. Me senté en la barra como si fuese una vieja costumbre, el caballero que estaba atendiendo en la barra se me acercó inmediatamente.

-Usted es nuevo en la ciudad dígame ¿Qué le sirvo?- me preguntó un poco interesado.

-Deme por favor una cerveza, me hace falta mucho- Al escucharme tomó un tarro grande y lo sirvió.

-Aquí tiene señor- dijo entregándome el tarro lleno de espumosa cerveza.

-Gracias- Dije amablemente (quizás mi voz jamás sonaba amable pero lo intentaba de verdad) al probarla, me deleité con el sabor, era una cerveza exquisita, un sabor amargo muy familiar como la luna llena en un cielo estrellado. –Muy buena cerveza, es exquisita- dije en forma de cumplido.

-Gracias señor- dijo el cantinero- Dígame, ¿Es usted nuevo en la ciudad y está al servicio de la familia Cleever?

-Así es, supongo que es muy notorio por el emblema en la chaqueta verdad- Dije como burla.

-Sí señor-rio un poco- la familia Cleever es muy respetada y amada por el pueblo por las cosas que ha hecho para ayudarnos, por eso me impresiona que usted trabaje para ellos así de la nada a veces son muy desconfiados.

-Sí me lo imagino-reí un poco recordando a Annie y luego volví a beber de esa deliciosa bebida.-Me llamo James Mildway y creo que me verá muy seguido por aquí, esta cerveza es exquisita, es como una mujer hermosa, te enamora desde que la ves-dije recordando a Allice.

-Será un placer servirle señor James, mi nombre es Howard Borrell, es un alago que le haya gustado nuestra cerveza, ¿puedo ofrecerle más o algo de comer?

-Gracias Howard, otro tarro por favor-volteé a ver el ambiente y era divertido ver a parejas bailando, una mesa con 3 chicas muy bonitas riendo y platicando.

-Aquí tiene señor-Dijo Howard y puso el tarro en la barra.

-Gracias eres muy amable.

-Señor James disculpe mi indiscreción ¿usted no baila?-dijo algo nervioso

-La verdad...- ¿Bailar? Yo no bailo ese tipo de música algo rara, no sé si sé bailar o no -no lo sé- Howard se quedó confundido.

-Es raro Howard, no recuerdo mucho de quién era yo, no sé si bailo, no sé qué es este tipo de música tan rara donde los ruidos parecen que son de un aparato descompuesto, aunque me gusta mucho lo que le llaman "rock"

-Quizás algo más tranquilo le guste-fue a pedirle a un sujeto que cambiara a algo más tranquilo para bailar serenamente.

-Listo señor James quizás ese tipo de música le guste más- era música tranquila, la había escuchado antes era algo llamado "tango" no sabía si yo podía bailar pero iba a intentarlo.

-Gracias Howard tu cerveza es fuerte, iré con una de esas chicas para bailar.

-Adelante señor buena suerte.

Me levanté para ir con esas tres chicas e invité a una de ellas, era muy hermosa, el pelo rubio, lacio y brillante.

-Buenas noches señorita, me permitiría esta pieza- Estiré mi mano e hice una pequeña reverencia como el caballero que siempre he sido.

Ella me miró de arriba hacia abajo y sonrió diciendo –Será un honor para mí bailar con alguien como usted- tomó mi mano y se levantó.

-El honor es mío señorita- le dije sonriendo.

Empezamos a bailar, un baile tan hermoso llamado tango, era la primera vez en tanto tiempo que no me divertía, en la cara de esa chica se notaba el placer y el gusto de bailar a ese ritmo de una música tan hermosa como lo es el tango, disfruté como nunca ese baile, tomando la cintura de esa hermosa dama, sus rasgos faciales eran muy hermosos, las curvas en su cuerpo podrían hacer enloquecer a quien sea, me sentía muy feliz al poder tocar a una mujer así, aunque fuese bailando era maravilloso. Cada segundo que pasaba ambos disfrutábamos de ese baile, me sentía extasiado por el placer de bailar, al parecer yo sabía bailar en verdad, en el silencio entre nosotros ella me habló al oído.

-Me llamo Rosaly Chrystom, y es un placer bailar con alguien tan apuesto y talentoso como usted, dígame ¿cómo se llama?

-Mi nombre es James Mildway- le dije al oído –permítame invitarle una copa después de este baila para poder conocernos mejor señorita Rosaly. –solo sonrió y asintió con la cabeza.

Terminó la música y la invité a tomar asiento en una mesa, sus amigas la miraban de manera extraña, no soy bueno para entender a las mujeres ni sus miradas, pedimos un par de wiskis para brindar.

-Dime James, eres nuevo en la ciudad verdad no te había visto antes.

En la pista solo había dos parejas bailando esa música moderna, yo los miraba de reojo ya que me interesaba un poco bailar de esa manera.

-Así es señorita Rosaly, soy nuevo en la ciudad, vine aquí para trabajar con la familia Cleever, soy el protector de las chicas Annie y Allice Cleever.

-Vaya eso es increíble James, la ciudad no es muy grande sabes, quisiera poder...-en ese momento tomó mi mano –conocernos un poco más... -En sus ojos se notaba un brillo muy extraño pero interesante, esta chica quería algo más que un simple trago.

-Bueno...-le dije lanzando una mirada cautivadora – ¿Quieres que vayamos a un lugar más privado solos tú y yo? –Ella rio y solo asintió con la cabeza.

Nos levantamos, dejé lo que le debía a Howard incluyendo los tragos que tomé con Rosaly; Howard me vio y me guiñó un ojo, abracé a Rosaly, ella me tomó por la cintura, salimos sin demoras, la acompañé a su casa para poder divertirnos juntos por unas horas la hice tocar el cielo más de una vez, cuando vivía en las arenas jamás estuve con una mujer, debo admitir que Rosaly era increíble, tenía un cuerpo lleno de curvas, me hizo perderme en el dulce sabor de sus pechos y de su forma en la cual su piel se acostumbraba al calor de la mía, me encantaba su respiración agitada, todo fue perfecto pero desgraciadamente la llevé hasta su punto máximo de éxtasis por ello no pudo aguantar más. Estuve con ella por 4 horas hasta que no soportó más; la dejé dormida ya que tuve que regresar a casa de los Cleever para trabajar de nuevo.

Me vestí y me fui rápidamente ya que faltaba poco para que amaneciera, por suerte no estaba cansado luego de una agitada noche, iba de camino a casa para trabajar de nuevo; eran las 5:45 de la mañana y me sorprendió que ya hubiese personas abriendo sus negocios, gracias a esto pude aprovechar para poder comer algo rápido y seguir con mi día, probé un revitalizante que vendían el cual me ayudó mucho para que no perdiera energía y supe que sería bueno volver a probar los demás; al llegar casi a casa de la familia Cleever, me topé con una sorpresa y mi trabajo empezó más pronto de lo que creí.

El diario de James MildwayUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum