Wattpad Original
There are 2 more free parts

CAPÍTULO 3

3.7K 288 332
                                    

Nunca, nunca, nunca en mi vida me había sentido tan avergonzada, ni siquiera cuando mi madre me hacía colas que caían justo en mi frente y parecía que tenía el pico Duarte sobre mi cabeza, me cohibía un poco, pero nunca me sentía avergonzada o me dejaba intimidar por cómo lucía, ¿pero ahora? Ahora parece que soy una comedia andante. Una cosa es que tropiece mis zapatos de tacón en un mal asfalto, otra es aventarme sobre una mesa por el simple placer de hacerlo y luego terminar en una pose comprometedora.

Mis mejillas se sonrojan y mi ceño se frunce, ¿por qué este hombre me intimida tanto? Tiene una mirada que pareciera que leyera hasta como pienso y a pesar de no ser un hombre muy alto tiene un porte que derrocha total seguridad. Él me escudriña con la mirada, seguro estará pensando qué otra locura haré ahora. ¿Quién en su sano juicio va a pensar bien de una cita que termine destrozando los objetos del restaurante? Seguro ya me considera una lunática y va a buscar la mejor manera de hacer que la cita termine antes de empezar, pero para mi sorpresa su sonrisa se extiende en su rostro.

Al menos piensa que soy una loca graciosa.

—¿Necesitas ayuda? —pregunta señalando con una mano los artículos que se han derramado de mi bolso. Tiene una voz muy grave que hace muy buen juego con toda la vista.

—No, yo puedo sola —respondo y gracias a Dios no hay un titubeo de por medio.

Me agacho para recoger mis cosas. Uy, Amanda, ahora a barrer el suelo con tus manos. ¡Excelente!

—Insisto. —El hombre baja a la misma altura en la que estoy y me ayuda con las cosas: tomo entre mis manos el polvo compacto, el espejo de mano y Jean Carlos me alcanza el lápiz labial, además de un par de artículos más.

—Gracias, no tenías por qué —digo cuando ya estamos de pie—. Soy Amanda Suriel.

Le extiendo mi mano para cumplir con la presentación que terminé tragándome hace un rato por estar de boba.

—Jean Carlos Hernández, es un placer —responde—, con todo y la copa —se mofa y yo inevitablemente río.

Coño, Amanda, ¿cómo puedes reírte de tu propia miseria?

Jean Carlos sonríe conmigo y me quedo deslumbrada un momento con su sonrisa, rayos, es tan guapo. ¿Cómo es posible que se vea tan bien con barba? Se puede contar a qué personas se les ve bien, algunos hombres ni siquiera la silueta, pero a él se le ve como si hubiese nacido para eso.

—Creo que sería bueno que nos sentáramos —añade cuando la mujer que limpiaba la mesa termina de hacerlo. ¿Me van a cobrar la copa en la factura?

Jean Carlos abre la silla para mí antes de tomar asiento él y no puedo evitar que mi sonrisa crezca aún más. ¡Bendita sea la mujer que parió a este hombre! Le ha dado muy buenos modales, no recuerdo haber conocido a alguien que se tome la molestia de apartar la silla para mí, siempre es uno por su lado y el otro por el suyo; pensaba eran cosas que solo se veían en las películas.

—Me alegra que eligieras este lugar, tiene un aura cálida.

—Yo no... —Estoy a punto de decir que no tengo idea de lo que está hablando, pero al final sería delatarme. No, no necesito más vergüenza de la que ya porto, ¿qué pensaba decir? ¿Mis amigas planearon toda esta locura y otras cuatro citas más, no te sientas tan espacial?—. Sí, es uno de mis lugares favoritos, tiene un aire como si fuese un crucero. —Sonrío para cerrar mi oración con un aire más natural o al menos eso intento.

Ay padre celestial, ¿qué habrá hablado Ángela con este hombre? Dijo que prescindió de hablar, pero no parece así.

—Que estemos al lado del mar ayuda. ¿Te gusta la playa?

LinkHeart ✔️Where stories live. Discover now