12. RIP Yo

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Hay un par de cosas que odio de salir de casa, como el hecho de estar (precisamente) fuera de mi hábitat, pero la razón principal por la que detesto salir es porque tengo que arreglarme y elegir una vestimenta adecuada que me guste o que me conven...

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Hay un par de cosas que odio de salir de casa, como el hecho de estar (precisamente) fuera de mi hábitat, pero la razón principal por la que detesto salir es porque tengo que arreglarme y elegir una vestimenta adecuada que me guste o que me convenza al menos. Apenas me baño, no me exijan peinarme o hacer que me vea decente que solo el hecho de haberme bañado es más que suficiente.

Me echo un vistazo en el espejo y analizo la ropa que he escogido. Esta vez no llevo lo que suelo usar porque (evidentemente) tengo que salir de casa y quería probar algo nuevo. Luego de varios pantalones y playeras tiradas por doquier, opté por unos vaqueros holgados rotos de color mezclilla, una playera enorme blanca y encima de ella un suéter manga larga de cuadros cafés sin abotonar que me robé de mi abuelo. Mis tenis blancos más desgastados que mi alma hacían juego con mi cara de muerto y un par de anillos oxidados que encontré en las cosas de mamá adornaban mis dedos. Si me quedo sin dedos ya sabrán por qué.

Doy vuelta sobre mis talones dos veces, me pongo de perfil, me agacho, vuelvo a girar y después de hacer todas las posibles poses que se pueden hacer para admirar mi elección en ropa (que más que poses parecía que estaba siendo exorcizado), llego a una conclusión.

Dios, estoy horrible.

En mi mente, el outfit se veía mejor.

No la cochinada que tengo delante de mí.

Había visto a muchas personas vestirse de este modo en TikTok y en Pinterest y me dije a mí mismo que debería intentar vestirme así porque me iba a ver muy bien, porque seguro me llevaba una sorpresa al ver que la ropa me quedaba hasta mejor que los modelos. Sí, me llevé una sorpresa, pero no una buena, sino una horrible: la fea forma en la que se me ve la ropa y yo.

Qué ingenuo el pobre Andy que creía que se iba a ver como los chicos de Pinterest, ellos se ven como unos dioses sacados del olimpo, no, no se ven, son la personificación de dioses en persona, yo soy la personificación de un vagabundo.

Uno con estilo la verdad, no cualquiera se vería así de mal, hasta para verse increíblemente terrible hay que tener estilo y no todos pueden verse como yo. Mi autoestima está en el suelo, pero mi ego está en las nubes, es el balance perfecto entre odiarse, pero ser el mejor odiándose.

Rendido, decido que no voy a lamentarme por el horrible conjunto que llevo puesto, es decir, sí, me veo fatal, pero el problema no es la ropa, soy yo y mi talento de lucir feísimo con cualquier ropa que no sea de color negro o con estampados de anime. En mi cabeza escucho la voz de la señora de TikTok diciendo «buenos tardes, el outfit de hoy es la autoestima» y con eso trato de no dejar que las emociones negativas arruinen mi tarde. Señora la amo, gracias por sus frases motivacionales, ahora no me siento tan mal.

Veo la hora en la pantalla de mi celular y suelto un suspiro pesado. No tengo tiempo para cambiarme, mi papá pasará a recogerme en cinco minutos y ya debo estar listo para entonces porque no le gusta que lo hagan esperar. Sí, gente, el fatídico día ha llegado. Voy a quedarme con papá el fin de semana y tendremos la conversación que he estado evitando todos estos días.

Una perfecta confusión Where stories live. Discover now