Rubén sintió como el calor le ascendía por la nuca. ¿Qué hacia él allí? ¿Iba seguido? ¿O fue solamente aquél día, como una extraña coincidencia?
–Eh, eres el...del bar. –le sonrió, observando por el rabillo del ojo cómo Cheeto iba a comprar fichas.
–Quéh cohincidencia tíoh. ¿Cómoh ehtáh?– Tenía esa sonrisa que hacía que se le escaparan las palabras de su alcance.
Maldita sea.
Te gustan las chicas, tío. Te gustan las chicas con tetas y no los tíos con pollas.
Pero aquél mantra se le había hecho difícil de repetir, porque lo único que su mente reproducía era el momento en el que se cruzó con Mangel. Piensa en otra cosa, joder.
–Entonces... ¿te gusta el mortal kombat? –preguntó, señalando la máquina.
–Claroh queh sí. Soy unah mahquina en ehtoh juegoh.
–Ah, ¿sí? –Rubén sonrió más ampliamente, alzando las cejas.
–Te retoh, niñoh lindoh. – Rubén se sonrojó, salvado por Cheeto quien decidió aparecer con las fichas.
–Tíos, ¿todo bien?
–Poh supuehtoh. –Mangel tomó dos fichas y le ofreció una a Rubén.
– ¿Juegah?
Podía decirle que no, podía ponerse a jugar al Pac-Man con Cheeto, o incluso irse a casa. Joder, podía hacer miles de cosas con tal de no jugar con este chico, pero no tenía intenciones de ser descortés, después de todo él no tenía la culpa.
–Claro. – respondió, tomando una de las fichas, sintiendo el frío metálico y la calidez de la palma de Mangel al mismo tiempo.
Un escalofrío lo sacudió.
Introdujeron las fichas, escuchando en silencio los sonidos de la máquina que tanto les recordaba a su infancia. Cómo pasa el tiempo, se dijo Rubén.
Eligieron a sus personajes, Rubén con su favorito, Sub Zero, y Mangel con... ¿Scorpion?
–Ah, que te estás buscando pelea, tío.
– Rubén le sonrió, frotándose las manos.
La partida comenzó, con Mangel sacándole la ostia a Rubén, mientras éste soltaba gruñidos de frustración. Nunca nadie le había ganado en estos juegos, carajo.
–Si quiereh, te enseñoh a jugah, tioh. – dijo Mangel, riendo.
–Psh, por favor... que te estoy dejando ganar. – mintió. El orgullo ante todo.
Intentó otra maniobra, sólo para ver a su querido hombre de hielo aterrizando en el suelo, su barra de salud vacía. Las palabras 'finish him' aparecieron en pantalla.
–No te atrevas. –le advirtió Rubén, intentando no estallar en risa, porque la situación le parecía bastante cómica, pero no quería que aquél chico viera que le causaba gracioso que le patearan el culo.
–Que yo jamáh haríah ahgo asíh, chaval–el muchacho respondió, antes de reírse y, de hecho, efectuar una puta fatality.
Los ojos de Rubén se llenaron de terror al ver a su amado personaje en un charco de sangre. Mangel puso su mano sobre la suya.
–Tranquiloh tío, a todoh noh pasah de veh en cuandoh.
–Rubén lo miró como un crío enojado, sin importarle que el tío estuviera tomándole la mano de esa forma.
Así prosiguieron la noche, con Cheeto mirándolos como un padre orgulloso mientras corrían por entre las consolas como niños pequeños. A veces Rubén lograba ganarle, pero Mangel realmente estaba pateándole en el orgullo. Solamente esperaba que Rubén no entrara en una depresión o algo, aunque Cheeto nunca lo había visto tan feliz.
Fueron a cambiar la pomposa cantidad de tickets que habían ganado gracias a su extravaganza de arcade, y ambos salieron riendo mientras cargaban con varios muñequitos de "moco", de aquellos que de alguna manera siempre terminaban en el techo del baño.
–Entonces...eh...supongo que tengo que irme. –comenzó Rubén.
–Eh, claroh...solo... ¿me daríah tu númeroh? –Mangel se iba apoyando en un pie distinto, como si estuviera a punto de orinarse encima.
Rubén no estaba seguro de qué significaba esto, ¿Estaba flirteando con él? ¿O solamente quería un amigo? Pero sí estaba seguro de una cosa, él no quería perderlo de vista. Así que sacó su móvil y le dijo:
–Anota...
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¡Hola! (≧◡≦) Acá tienen el cap 3, súper tarde, perdón.
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Ahre llenaba todo de caritas kawaii (◑‿◐)
Quiero agradecerle a mi amiga Callie por aguantarme y escribir el fic ehé (ﾉ⌒ヮ⌒)ﾉ
