28. Como debieron ser las cosas

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No se olvidne de sus comentarios, los quiero mucho

Mis tres hermanos y yo nos pusimos en una línea defensiva. Yo me había quedado con el machete así que lo mantuve abajo, listo para utilizarlo. Tres de los sujetos nos apuntaban con sus armas.

Eran siete, los dos del medio eran los que ya había conocido. Pese a la diferencia numérica y a que no podíamos tomar nuestras armas. Sabíamos qué hacer, habíamos sido entrenados para esas situaciones.

—Aquí también nos encontramos —el sujeto delgado me habló—. Esta vez lo que haya salido de ese portal es nuestro.

—Mala suerte, no hay nada. Y si lo hubiera, no dejaríamos que se lo llevaran.

—Andas muy valiente ¿no? parece que no sabes contar—se jactó, el resto le dio la razón con una risa irónica.

—Un grupo de viejos lentos e inútiles ¿qué podría hacer contra nosotros? —lo enfrentó Ann, y los ojos les brillaron con interés.

— Matthew Hide no escatimó recursos en hacer a sus portales hermosas. ¿Estás igual de buena al otro lado? —un segundo tipo se apoyó sobre la culata de su rifle y le dedicó a mi hermana un gesto lascivo. Ya pronosticaba que si Ann no era quien lo mataba, sería Oliver—. Pregunto para tomarte en cuenta como una de las elegidas para el estado utópico.

No pasó ni un segundo cuando Ann apareció a su lado, con una barrida hizo caer el rifle y al tipo le hizo perder el equilibrio, tomó el arma y lo apuntó. Todo tan rápido que el resto no reaccionó a tiempo.

—Repíteme eso, imbécil.

—Vamos cariño, no queremos una confrontación—el primer sujeto trató de calmarla, con una pésima elección de palabras.

Ann hubiese disparado sin contemplaciones, pero como ya era costumbre, Joshua se acercó a ellos con las manos en alto y convenció a Ann de abstenerse.

—Tienen razón, no hay motivo para una confrontación. Pueden buscar lo que quieran, nosotros nos iremos.

—Sí, muchacho—le habló el hombre con condescendencia—. Podríamos iniciar aquí una guerra, o podríamos destruir su bonito laboratorio, pero a estas alturas, da igual. Calmémonos y que cada quien tome su camino, ¿están de acuerdo caballeros?—miró hacia atrás, los otros le dieron la razón. Con burla, como si gozaran de un chiste del que no estábamos enterados.

—Ann—Joshua la tomó por el hombro y la obligó a devolver el rifle.

Como sabíamos que no podíamos confiar en que no nos dispararan a traición, nos teletransportamos lejos de ahí pero cerca del camino.

—Debimos matarlos—nos reclamó Ann.

—¿E iniciar un aguerra con el Círculo? ¿Llamar la atención de la policía? Debemos agradecer que ellos no quisieron un conflicto—dijo Joshua.

—Ellos ya saben del laboratorio—le dije—¿Cómo lo saben? ¿No se supone que mantenían total confidencialidad?

—Se supone—Oliver aprovechó de arrebatarme su machete y lo guardó en el cinto de su mochila—. Al parecer lo saben, la pregunta es ¿por qué no hicieron nada? Estamos en su pueblo.

—Es porque están planeando algo. Y debemos averiguar qué.

—Seguro Alice puede informarnos—consideró Joshua.

—¿La del Círculo? ¿Están locos?—intervino Oliver.

—Estaríamos locos si no le preguntamos. Es nuestra mayor fuente de información de momento en la otra dimensión y si todo salió de acuerdo a lo planeado, Tiago y Grecia se infiltrarán en el Círculo y sabremos qué están haciendo en este lado. También debo interrogar a otra persona—pensé en Iris.

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