31. ¿Que te acostaste con quién?

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Hoy capi doble. les subo el siguiente en la noche.

Dejen muchos comentarios, saben que entre las personas qu emas comentan elijo para dedicar capítulo

Bajé el micrófono saboreando el caos que mis palabras habían causado. Los empresarios del auditorio protestaban, descubrir que Franz Ayala era mi abuelo biológico no les había caído en gracia. Él no respondió, me dedicó una mirada estoica desde su atril, y se la correspondí. No iba a volver a intimidarme.

De pronto el alboroto y las discusiones entre las mesas y hacia los candidatos comenzó a calmarse y la atención se dirigió a un lugar detrás de mí.

Se trataba de Ian, siendo detenido por otros dos hombres mientras intentaba abalanzarse contra Adam, quien se levantaba del suelo, limpiándose un hilo de sangre de la comisura de la boca.

Intuí lo que pasó. Corrí hacia ellos. Los guardias de seguridad sacaban a Ian por la fuerza. Por un momento me debatí entre preguntarle a Adam qué había hecho o ir con mi novio. No me quedaba más que seguirlo. Al pasar junto a Adam noté como sus finos labios se curvaban en una media sonrisa y solo atiné a lanzarle un gesto de amenaza.

Los de seguridad dejaron a Ian en el lobby del edificio, advirtiéndole con no dejarlo entrar de nuevo al auditorio hasta que se calmara. Ian hizo que lo soltaran a la fuerza. Su entrecejo estaba fruncido y sus manos cerradas en puños, temblaban ligeramente. Debió haber hecho un gran esfuerzo para tumbar a Adam, siendo que seguía sin recuperase tras esos años en coma.

—¿Ian qué paso? —tuve que preguntar, aunque ya lo intuía, justo Adam tenía que estar esa noche y no encontraba la forma de alejarnos de él. Estúpida de mí, tuve la confianza de que mantendría la discreción.

—¿¡Te acostaste con ese imbécil?!—gritó. Por suerte no había nadie ahí para escucharlo. Solo yo. Comencé a temblar también y traté de controlarme, pero mis ojos se llenaron de lágrimas. No quería que Ian se enterara nunca de ello.

—Yo... lo siento tanto...—mi garganta estaba cerrada y la voz me salió apenas.

—¿Entonces es verdad?

Bajé la cabeza, no podía mirarlo a los ojos.

—Él es quien me introdujo a las fiestas del Círculo y gracias a eso pude obtener mucha información para traerte de regreso.

—¿Entonces te acostabas con él a cambio de información?

—No, no exactamente.

—¿Sientes algo por él?—dejó de gritar y su pregunta me caló hondo.

—No, claro que no. Solo... ¡fueron cinco años!, cada vez perdía más las esperanzas de traerte y no lo sé. —respiré profundo aprovechando de soplarme las lágrimas al exhalar. —Fue un desahogo físico, nada más. Por favor, perdóname, no quiero que estés enojado conmigo.

—No estoy enojado contigo. Estoy enojado conmigo, por haber hecho todo mal desde que te conocí, de toda esta situación, de haber estado separados tanto tiempo; y sobre todo con ese imbécil a quien quiero matar.

—Yo también sentí mucho enojo todo este tiempo, por todo lo que nos hicieron y cómo nos utilizaron, pero ya estamos juntos y solo eso importa. Nosotros, Nicky y el nuevo bebé recuperaremos la vida que nos arrebataron. No quiero que...

—¿Nuevo bebé?—me interrumpió.

—Sí... se supone que estamos intentando tener otro ¿no es así?

—¿Estamos?

—¡Ian! Cuando regresaste me dijiste que querías otro de inmediato.

—Lo dije porque quería cerciorarme que no eras otra súcubo intentando engañarme.

—Yo pensé que lo decías en serio—mi corazón volvió a detenerse, esta vez por sentirme estúpida—. No estoy usando ningún anticonceptivo, en serio pensé que... ¡Diablos! —tartamudeé.

Ian rio y me contagió la risa, pero la mía era una risa nerviosa, acompañada de lágrimas que no dejaban de caer por mis mejillas. Me abrazó, su calidez empezó a llenarme de calma.

—Quiero que intentemos, una y otra vez y todas las necesarias. No quiero perder un segundo más. No me importa lo que pasó cuando estábamos separados, solo importa lo que pase de ahora en adelante. ¿Está bien?

Asentí limpiándome el rostro con el dorso de mi mano.

—Se supone que hay una ley que nos prohíbe tener hijos.

—No sería la primera vez que rompamos la ley. — Me dio un beso en la coronilla de la cabeza y se meció suevamente. Sin más secretos, nadie volvería a interponerse entre nosotros nunca.

—Mientras estuvimos separados, ¿tuviste algo con alguien? ¿Aunque sea un beso? Dime la verdad, te prometo que no voy a enojarme. —Tras mi pregunta, me abrazó un poco más fuerte y se quedó callado—. Hiciste algo ¿verdad? confiesa—le reclamé separándome. Ahora era él quien no me dirigía la mirada.

—Tampoco significó nada.

—¿Con quién? —pregunté aunque no estaba segura de querer una respuesta.

—Unas chicas—trató de restarle importancia.

—¿Unas? ¿Más de una?

Se pasó los dedos por el cabello, pensando qué respuesta darme, finalmente se animó.

—Sólo fue una vez.

—¿Una vez con cada una? O...

—Estaba muy, muy ebrio y esos inciensos me hicieron perder el sentido...

—¿Inciensos? No me diga que fue con esa chica Iris, con la que no tenías nada.

—¡No tengo nada! Solo que ella y Celeste—trataba de explicarse y solo lo empeoraba.

—Un par minutos atrás me reclamabas por Adam ¡¿y resulta que tu andabas haciendo orgías al otro lado?!

—No es como lo piensas... bueno, sí, pero no es lo importante. —No recordaba haberlo visto tan nervioso e inseguro nunca, sus excusas iban más rápidas que su cerebro—. Es que, tenemos que hablar sobre Iris y Celeste, sobre todo de Iris y lo que describí sobre ella. Te juro que no es nada malo, todo lo contrario y Celeste, es tan parecida a ti... tan solo déjame que te explique. —Cerró los ojos tratando de concentrarse antes de hablar. Creo que el estrés de toda esa situación le estaba afectando a su confundido cerebro.

Esperaba con paciencia, cuando el lugar se sumió en la oscuridad. De inmediato su mano encontró la mía y nos mantuvimos muy juntos. Miré a la puerta de entrada, el resto de la ciudad seguía con luz. El apagón era solo en ese edificio. Creí que la energía regresaría en unos segundos, mas antes de que eso sucediera, el sonido de un disparo hizo eco entre las paredes de piedra, seguido de gritos provenientes del auditorio.

Una marea de gente no tardó en salir despavorida. Yo fui contra corriente, soltándome de Ian, llamando a mi papá. Las luces regresaron justo cuando el primer grupo de personas estuvo por atravesar la salida. A escasos centímetros de sus rostros, las puertas de seguridad cerraron con aplomo. Los guardias cercaron el recinto de manera ordenada y yo pude llegar al auditorio.

Un grupo de personas rodeaban a alguien y pedían una ambulancia. En el suelo distinguí huellas de sangre. Mi papá... por un momento creí que se trataba de él, pero antes de abrirme paso, sus brazos me atraparon.

—Mejor no te acerques—me dijo y lo abracé con todas mis fuerzas, me había aterrado por un segundo.

—¿Quién es? ¿qué paso?

—Son Franz Ayala y su vice presidente.

Ian llegó hasta donde estábamos y no nos lo creíamos. Alguien había asesinado a mi abuelo.

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Nos vemos mas tarde con el otro capi. Mientras vayan a mi instagran en storys les dejo el stiker para que hagen preguntas d eloq ue quieran y charlemos un rato. Me encuentran como hittofictions

besos!

ShiftingWhere stories live. Discover now