Introducción

9 2 0
                                    

Las casualidades no existen, solo las causalidades.

¡No te lamentes ni alabes la suerte del destino!

Solo busca la causa de lo sucedido.

Proverbio del pueblo de los Protectores de Portales.


Dice la leyenda que, con la entrada del nuevo año, un pariente desconocido y pobre del príncipe Han de la provincia Chong-chong tenía en su poder un libro mágico, lleno de hechizos y unas claras instrucciones que incluían los nombres de diez mil demonios. Este familiar, todos los años, los hacía llamar uno por uno e incluso conocía todas sus acciones y los daños causados a los humanos, siendo castigado por ello.

El príncipe, al ser espectador de tal poder, quiso saber si él podría contar con tales habilidades, a lo que el familiar respondió:

—El poseedor de esta magia debe ser pobre y de poca valía. Yo heredé este don de un moribundo monje que era el hazmerreír de otros, y solo aquellos que cumplan las condiciones dichas, heredarán mi poder.

Al día siguiente, el misterioso familiar desapareció. Su misión proseguía a la vez que buscaba un sucesor.

Eso es lo que dice la leyenda... no obstante, la historia acababa de comenzar. Bien es cierto que el poder de tan misterioso hombre transcendió de generación en generación y los demonios siempre cumplieron con su cita, hasta que, cansados de tal control, olvidaron sus diferencias y se unieron para acabar con la magia que los sometía.

Hubo una guerra, mas no hubo ganador en ningún bando. Las pérdidas se contaron como millares y la magia que los sometía hubo de emplearse de otra manera. Los demonios podían volver a revelarse así que los aislaron mediante la creación de portales, que los mantuvieron fuera del mundo humano, donde convivían con estos que eran protectores de tales puertas. No había bestia que no conociera su encierro tras los portales y hacía cuanto estaba en sus manos por salir... incluso en el presente.

Protectores I. El sellado de los PortalesWhere stories live. Discover now