Capítulo Cuatro.

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No me gusta dejar notitas arriba, pero es que veo leídos pero no hay gente comentando o votando, eso se siente bien feo, se siente como si significara que no les gusta la historia.

Así que porfa, si les gusta, no olviden dejar su votito y comentar<3

~©~

Anabelle huyó.

Como, literalmente huyó.

Con su imagen hecha mierda por el momento de desespero qué acababa de pasar, con sus manos llenas de sangre y olvidando su pequeño bolso dodde cargaba las llaves.

Ha tenido que sacar la famosa llave de repuesto de debajo del tapete y sin siquiera lavarse, se ha tirado a un lado de la puerta de entrada donde un llanto desgarrador sale de ella.

No quiere morir, no quiere morir, no quiere morir.

Se habia alejado del más alto, había borrado sus fotos, había hecho de todo.

¿Entonces, por qué?

Toques se escuchan a su lado, en la puerta de entrada y ella oculta su boca bajo sus manos buscando amortiguar los sonidos qué escapan de ella.

—¿Anabelle? —La voz de Rodrigo la hace acurrucarse en sí misma, recordado los ojos de su amigo mirándola asustado, con miedo. —¿Belle? Sé que estás ahí. ¿Puedo entrar?

Rodrigo no espera respuesta y Anabelle escucha como la llave entra a la cerradura, alza su cabeza y su mirada choca con la de Rodrigo, quien suelta un suspiro fuerto y tembloroso al detallar de nuevo la imagen de su amiga.

No dice nada, solo entra cerrando la puerta con seguro y sentándose al lado del pequeño cuerpo de la chica, atrayendola a sus brazos y cubriendola con su cuerpo. Anabelle no es capaz de controlar el llanto desgarrador qué emerge de sí mientras se aferra con fuerza a su amigo.

(...)

Anabelle mira fijamente a su amigo quien espera una explicación de lo que había sucedido unas horas antes. Ya se encuentra bañada, con cemita en los rasguños de su cuello y con su pelo recién lavado y desenredado gracias a Rodrigo.

Un suspiro tembloroso junto con una sonrisa nerviosa se asoman de la chica y Rodrigo la mira seriamente.

—Hace un tiempo, más de un mes, me di cuenta de que me gustaba Iván.

—¿Qué?

— No pensé en hacer algo, estaba bien con que me gustara y que fuera él —Anabelle ignoró la pregunta de su amigo y empezó su relato. — No tenía en plan hacer algo o buscar su atención, pero entonces un día la garganta me empezó a arder horrible, hasta hoy sentía que esa sensación era como arder en el infierno, y entre la tos que tuve, escupí un pétalo blanco. —Rodrigo mira a su amiga impactado, no entiende nada— Hace un tiempo, unos años, leí una historia donde la protagonista pasaba por esto mismo, así que busqué en internet y me salió todo sobre el tema. Se llama Hanahaki, es una enfermedad que da por un amor no correspondido.

—¿Y qué se supone que hace? ¿Seguras tosiendo flores o qué?

— Mientras mis sentimientos por Iván estén, así será.

—¿Y si te gusta Iván siempre, deberás vivir con eso? ¿No hay remedio o algo?

—Rodrigo, lo que te diré no es seguro, yo solo leí en internet, ¿va? — Rodrigo asiente y Anabelle agarra sus manos, teniendo en mente que así tal vez pueda sostener a Rodrigo en su lugar— Hay dos soluciones; o me deja de gustar Iván o soy sometida a una cirugía. Pero como ya dije, eso solo lo leí de internet.

—¿Y si no pasa ninguna de las dos?

Un suspiro tembloroso sale del cuerpo de la oji azul y mira a su amigo con una sonrisa triste—Se supone que... moriré— Rodrigo se suelta de Anabelle y se levanta de un brinco del sillón. — la flor, planta, no sé ni que es, crecerá tanto, que obstruiria mi garganta.

—¿Y entonces? Supongo yo que tu idea era superar a Iván, ¿no? ¿Cómo se supone que va eso? — Rodrigo habla rápido y sus manos despeinan su cabello en una muestra de su desespero.

— Pensé que todo iba bien con eso, pero Rodri... Yo no había tosido antes una flor entera.

HANAHAKI [SPREEN]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz