4🤎. ¿Y quién será ella?

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Farid

Pasaba del medio día y se supone que desde la mañana tenía que ir a dejar a Elinay donde la costurera, anoche ya había ido a entregar las telas con mamá.

Quedaba a unos veinte minutos de distancia. Había retrasado la ida ya que Elinay estaba tratando de ordenar y dejar limpia la casa.

—Farid, ya voy —avisa.

—Está bien —le contesto.

Mientras ella terminaba decidí ver en mi libreta si tenía encargos. Había cinco pedidos para el mes que viene, casi las últimas fechas. Por eso no me preocupaba, lo que realmente lo hacía era la madera especifica cual solicitaban.

Ya los árboles que existían eran muy pocos y conseguirlos era más caro que hacer el trabajo.

—Ya estoy lista, vamos.

—Bueno señorita.

En el camino hablamos de las plantas que tenían las vecinas en sus casas, la mayoría bien cuidadas y hermosas.

—Si deseas más tarde podemos parar a pedir —sugerí.

—Creo que no, ya tenemos suficiente.

—Llegamos —anuncié.

Elinay bajó primero y llamó. Por mi parte, esperaría aquí en el carro. Quizá demoraría, pero no me importaba.

A la costurera no la conocía realmente, incluso pensé que era una señora hasta que la escuché hablar.

—Hola, buenas tardes. ¿Usted es la hija de la señora Libia? —era una voz evidentemente de una chica joven.

La curiosidad me ganó.

Anoche no pude verla porque estaba tan cansado que me quedé dormido apenas mi mamá bajó del carro y desperté cuando volvió.

Direccioné el retrovisor hacia donde ellas se encontraban. Era una chica pelinegra con un enorme y grueso cabello. Se notaba que conversaban muy en confianza, posiblemente me tendría que ir ya que estarían a gusto.

—Elinay, en un rato regreso a verte —le hice saber mientras encendía el carro.

—No te preocupes te estaré esperando —respondió.

Sin más me retiré de aquella casa y fui a la casa de Rommel.

—¿Buenas tardes, se encuentra su hijo? —Pregunto a su mamá que es a quien encuentro primero.

—Salió hace unas horas quizá ya casi llega. Puedes sentarte aquí a hablar con nosotros.

No pasaron ni dos minutos cuando el nombrado apareció y consigo una funda de pan.

—Hola Farid. No sabía que ibas a venir.

—Bueno, cuestiones del destino me han traído a aquí. Dejé a mi hermana donde la costurera y supongo que ha de demorar.

—Comprendo —dice —. Yo vengo de ver a Otylia.

—Últimamente tú eres fan del pan y solamente quieres comer pan de los que hace Otylia con su familia —me burlo un poco.

—No exageres que hasta a ti te llevo.

—Claro porque pasas a cada instante y cada momento metido en esa panadería.

—No pienso decir nada sobre eso —al parecer se había enojado — si tú quisieras alguien como yo la quiero a ella, el día que pase creo que me voy a burlar eternamente de ti.

El florecer de los GuayacanesWhere stories live. Discover now