Capítulo 14: ¿Quién eres?

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"Seré cobijo de insectos, cenizas a las cenizas, desintegrado en el olvido, un escalofrio cuando pises mi sombra"

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"Seré cobijo de insectos, cenizas a las cenizas, desintegrado en el olvido, un escalofrio cuando pises mi sombra".

Iryna pensó con detenimiento qué respuesta le daría a Vaas para que fuera de su agrado. No solía ser un hombre que se conformara con menos y, por lo poco que sabía de su persona, le gustaba ser complacido. Rezaba para que no le hubiera visto registrar los cajones de su escritorio donde guardaba la cámara de su mejor amigo. Imploraba que en su cara no se notara el nerviosismo ni que su semblante le delatara.

De inmediato, soltó lo que podría ser una buena excusa de embellecer los oídos del amo.

—Necesitaba verle —mintió—. Tuve una necesidad imperiosa de continuar hablando con usted, pero sobre todo verle.

Vaas pestañeó. Pareció sorprendido.

El hombre dejó de apretar sus muñecas, pero continuó sometiéndola desde arriba. Todavía le quedaba mucho por indagar.

—¿Verme? Cuéntame por qué querrías deleitarte con mi presencia.

«Dios mío, ¿qué digo?»

A su mente llegaron Astrid y Darío. Ambos amantes indagaron en conocer por qué Vaas le cedió su vino especial a una simple aristócrata recién aceptada en la mansión. ¿Por qué lo hizo? ¿Y por qué no se lo cedió a ninguno... Salvo a ella?

Tuvo una gran idea de empezar por ahí, partiendo de la base en preguntarle qué tan especial era su vino y por qué se lo dio como muestra de obsequio. Mantenía la idea de que aquel vino, aparte de ser de antaño, contenía algún que otro ingrediente secreto del que jamás iba a mencionar. No por ahora.

—Llevo días pensando en por qué me dio a probar su vino especial. La mayoría de aristócratas han comentado que jamás suele ofrecerlo. No a ellos. ¿Por qué a mí sí? Fue más que un ofrecimiento... Me lo dio directamente de su propia boca —conceptuó.

En la comisura del señor Boncraft se formó una media sonrisa que Iryna pudo intuir en aires de supremacía. Parecía interesarle aquél tema de conversación.

Él de inmediato, respondió:

—Fue un obsequio que te dediqué por haber superado la prueba de la mariposa. El que te lo hubiera dado de mi boca, he de admitir, que fue de lo más estimulante que jamás pude haberle dedicado a una mujer. Me apasioné y, sobre todo, me provocó una gran fogosidad. ¿Te sentiste ofendida por mi repentino atrevimiento?

—Me sentí repudiada al no entender qué clase de vino podía palparse en mi lengua tan espeso y oxidante. Apenas podía sentirse la uva.

—Para mí es especial.

—No me está entendiendo, señor Boncraft. Incluso diría que lo está evitando. ¿Fue un pacto de sangre? ¿Acaso me ofrecí a ser suya?

Vaas soltó una carcajada. Ella abrió sus ojos con sorpresa. El timbre de su voz bajo aquel alborozo fue asombroso. No le había escuchado reír así ni en las pruebas de vida o muerte.

El Club de los Aristócratas ©Where stories live. Discover now