Capítulo 15: Secreto

2.3K 352 143
                                    

“No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

“No confíes tu secreto ni al más íntimo amigo; no podrías pedirle discreción si tú mismo no la has tenido.”

¿Quién sabía la verdadera identidad de Iryna Baldovini? ¿Por qué no la había delatado aún de tener en sus manos tal valiosa información? Porque si de una competición se trataba para ver quién era digno de yacer bajo los cálidos brazos de Vaas Boncraft, podrían incriminarla para quitársela de en medio. Un obstáculo más que eliminar. ¿Acaso quería mantenerla en vilo? ¿Jugar como una marioneta y que perdiera su cordura?

Todas aquellas preguntas sin respuesta rondaban la cabecita de Iryna, abrumada por la carta que recibió bajo la puerta de su dormitorio. Había muchos aristócratas, demasiados como para intuir quién de todos ellos se divertía con ella.

Aunque hubiera escuchado unas pisadas apresuradas en el pasillo, no halló figura alguna. Debió haberse escondido en los tantos dormitorios que contenía la mansión e ir uno por uno no sería la opción correcta.

«No debo demostrar que esto me crea desaliento», se dijo para sí misma.

No debía mostrar un ápice de inquietud. ¿Para qué? Eso sería una desventaja para ella.

«A partir de ahora eres solo una aristócrata. Eres uno de ellos. No eres Iryna Baldovini. No eres esa periodista».

—Iryna —La voz de Isahia la sorprendió tras ella. La joven escondió la nota detrás de su espalda con disimulo.

—¿Sí?

—La hermana de Esteban está bastante extraña. Deambula sin rumbo fijo y parece algo nerviosa.

—Ya demostró en el desayuno que quería saber dónde estaba su hermano. El señor Boncraft le dejó bien claro que su ausencia es justificada. Quizá eso la tenga nerviosa. Debe sentirse sola —conceptuó.

Isahia la observó. El hematoma de su ojo aún era pronunciado y, por mucho que tratase de ocultarlo con maquillaje, era visible.

—¿Te duele? —formuló de repente.

—¿El qué? —Ella arrugó la hoja que escondía tras de sí sin entender su pregunta.

—El ojo.

—¡Oh! No. Sólo a veces. Se me pasará.

Iryna retrocedió los pasos y puso rumbo a su habitación. Isahia la siguió. Parecía interesado en mantener una conversación.

—Mi consciencia dice que debo de agradecerte que me cedieses el pañuelo. Te debo algo. Dime qué podría hacer por tí para estar en paz.

Guardó silencio durante algunos segundos. Estuvo pensando gran cantidad de opciones que Isahia podría hacer por ella. Sin embargo, tenía una muy clara:

—¿Podrías tomar prestada la videocámara que Vaas custodia en sus aposentos? —sugirió de inmediato.

El hombre abrió sus ojos ante tal disparatada propuesta.

El Club de los Aristócratas ©Onde histórias criam vida. Descubra agora