Capítulo 30

15.5K 874 165
                                    

—Yo quiero disculparme de antemano por los daños causados el día de ayer. No fue mi intención vomitar por primera vez...

—En realidad fue la tercera. —interrumpo el discurso de mi amiga.

—Por tercera vez —se corrige—, en tu sanitario. Lamento los daños causados y prometo no volver a repetir mis acciones.

Sonrío con diversión.

—Está bien, Aby, no hay problema.

—Se que no hay problema, ¡pero es vergonzoso!—exclama.

—Amiga, literalmente he hecho del baño contigo dentro del cubículo y viceversa. Después de eso la vergüenza entre nosotras no debería existir.

—¡Es que esto es diferente!

—No lo es, Aby. —ruedo los ojos—. Igual, me alegra que hayas vomitado conmigo que con algún extraño.

—Si, yo también. —admite con un suspiro.

Ambas nos quedamos en silencio y aprovechando ese momento, tomo mi teléfono para ver si ya hay alguna señal de vida de Jayden que, lo más seguro es que no, ya que su vuelo de Nueva York a Italia, despegó hace apenas unas 3 horas.

Hago una mueca.

Han pasado solo unas horas de nuestra separación y ya lo extraño mucho...

—¿Aún nada de Jayden?—pregunta Aby, mirando mi teléfono.

—No. —murmuro.

Lleva su mano a mi espalda y traza en ella caricias en forma de círculo.

—Tranquila, amiga, seguro apenas se baje del avión, te llama.

Asiento con suavidad y, casi al instante, el sonido de mi computadora, recibiendo una llamada de «FaceTime», nos hace alzar a ambas la cabeza.

—¡Tal vez sea él!—exclama mi amiga con euforia y se levanta con rapidez de la cama para ir por la computadora.

Ladeó la cabeza.

—¿Se pueden hacer llamadas en los vuelos?

—No tengo idea, pero si es él, lo sabremos.

Vuelve con mi computadora y al ponerla frente de mí, frunzo el ceño al ver qué la llamada no es de Jayden, si no de un alguien desconocido.

—¿Y si es un ratero?

—Averigüémoslo.

Da click en el botón de contestar y se aleja unos centímetros, para que la cámara solo apunte a mi, y mi corazón da un vuelco cuando el precioso rostro de Jayden aparece en la pantalla.

—¡Jay!—exclamo con alegría sin poder contenerme.

Una sonrisa aparece en sus labios al verme y se hace hacia enfrente, acomodando sus brazos en la mesa.

—Hola, rubia bonita.

—¿Cómo estás?—me acerco emocionada a la computadora.

—Cansado, ¿y tú?

—Muy bien, la verdad.

—Me alegro, rubia bonita —sonríe—. ¿Cómo despertó Abigail? Supongo que muy cruda. —dice jovial.

Le lanzo una mirada divertida a mi amiga, quien está escondiéndose detrás de sus manos, claramente, apenada.

—Supones bien.

Jay suelta una risita con suavidad.

—¿Por qué tu llamada no me llegó de tu dispositivo?—cuestiono con curiosidad.

Enamorada de una super estrellaWhere stories live. Discover now