Capítulo 23

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Poché.

Las palabras de Daniela resonaron en mi cabeza.

Ella parecía desesperada, casi a punto de perder la racionalidad con solo escuchar los intentos de calmarla proviniendo de los doctores, pero era casi imposible.

— Debemos realizar estudios para darle un dictamen médico, señorita Calle.

Daniela negaba rotundamente, sin dejar de tocar sus piernas, sus mejillas cubiertas de lágrimas.

— Traiga un sedante.

Aquello me hizo reaccionar, la enfermera sacaba una jeringa lista para ponerla en la intravenosa de la castaña.

— No. — hablé fuerte y claro. — A mi esposa no le van a poner ningún sedante.

— Es necesario. — replicó un médico. — Y es prohibido que esté aquí, estamos en revisión médica.

Sin importarme nada aparté a los doctores, me acerqué a Daniela la cual golpeaba la cama frustrada, su rostro rojo y las lágrimas adornandole las mejillas.

Sostuve sus manos al ver cómo la intravenosa se ponía de color rojo en vez de transparente.

— Daniela, detente.

Ella hizo caso omiso, intentando zafarse de mi agarre, apreté sus muñecas con fuerza.

— ¡Suéltame!— gritó furiosa.

— ¡Ya basta!

Al oír mi tono de voz obtuve su mirada rojiza y cristalina en mí.

— ¿Prefieres qué te seden? ¿Eso quieres?— susurré aflojando el agarre en sus muñecas. — Te haces daño.

Daniela soltó un sollozo.

— No puedo mover las piernas. — pasó una mano por su rostro. — ¿Seré una inválida de por vida?

Observé a mi alrededor y los médicos habían desaparecido, llené de aire mis pulmones tomando sus manos para acariciarlas con mis pulgares.

— No lo sabremos si no dejas que te hagan los estudios correspondientes, ¿vas a dejar qué lo hagan?

Ella alzó la vista apretando mi mano para asentir lentamente.

— Bien, iré por los médicos. — avisé. — ¿Está bien?

Daniela volvió a asentir, limpié los rastros de sus lágrimas con suavidad acercándome a ella para dejar un beso en su frente, percibí sus dedos tomando mi brazo para pegarme más a ella.

— Todo estará bien. — susurré.

Era lo que quería creer, había arrojado aquellas palabras para ella, pero al mismo tiempo las sentí para mí también, cómo una forma de decirme que aquello se haría una realidad, aunque el pronóstico no parecía alentador.

Apreté los ojos con fuerza al separarme de ella saliendo de la habitación.

Al salir, obtuve la mirada de todos encima, los médicos habían detenido la conversación que tenían con Mafe y Liz para verme a mí.

— Ella se dejará hacer los estudios. — informé.

Los médicos se vieron entre si para asentir, se fueron para dejarme a solas con Mafe y Liz.

— ¿Cómo está?

Negué ligeramente sintiendo mis ojos acumularse con pequeñas lágrimas.

— No lo sé...— musité. — Ella no mueve las piernas y eso la hizo tener una mala reacción.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora