Capítulo 40

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Calle.

Terminé de escribir el mensaje para enviarlo a cierta persona de la que hace mucho no veía, dejé el teléfono de lado, esperando.

Observé cómo Liz, Claudia y Maia llegaban al coche, fruncí el ceño al no ver a Poché llegar con ellas.

— ¡I kissed a girl and I liked it!

Valentina cantaba a todo pulmón a Katy Perry en los asientos traseros, la observé frunciendo los labios.

Juro por Dios que será más gay que su hermana y yo juntas.

Las puertas del coche se abrieron y Claudia fue la primera en entrar para sentar a Valentina en sus piernas.

— ¿Dónde está María José?— le pregunté.

— Dijo que haría algo y que ya volvía. — respondió dejándome confundida.

— Ya cálmate. — escuché a Liz. — Vendrá enseguida.

Le di una mala mirada por el espejo retrovisor, escuché la puerta del coche cerrarse, Maia era la que hacía la acción al ser la última en subir.

— ¿Y a ti qué te pasó?— dijo Valentina.

— La hirieron feo, Vale, recibió un disparo— respondió Liz. — Tiene que estar tranquila para que se recupere.

— ¿Y qué hizo?

— Salvó a Majo. — respondió Claudia.

Observé a Valentina por el espejo retrovisor, se quedó pensativa y de la nada me daba un golpe en el hombro.

— ¿Y tú por qué no hiciste lo mismo?— reclamó, la vi arrugando la cara. — Ahora Poché se va a ir con ella. Eres bien lenta.

— Si sigues hablando no habrá perro. — ella enchinó los ojos. — Y Price es amiga de mi esposa. — recalqué. — Además, es novia de Liz, tiene mal gusto, ¿pero que puedo hacer yo? A ella le gustan así.

— Idiota. — murmuró sacándome el dedo medio.

La miré burlona por el espejo retrovisor, Valentina observó a Price quien se encogía en el asiento y tenía la cara roja, Liz, bueno, tenía cara de babosa.

— ¿Son novias entonces?— preguntó Valentina directamente a Price. — ¿Se dan besos cómo la hermana Letty con el lechero?

— Majo dijo que ya no ibas a mencionar a la hermana Letty. — reprochó Claudia.

— A alguien le tienen que chiflar los oídos. — murmuré.

— ¿Entonces?

Price miró a Valentina, aparté la vista de las de atrás y mirar hacia la ventana poco interesada en la conversación de atrás.

— No somos novias... Aún. — respondía la abogada.

— Entonces ya me caes bien. — soltó la enana. — Si le pasa algo a la tía Liz voy a tirarte un pan duro, ¿bueno?

— Niñita, deja de ser un loro. — la callé observando por la ventana. — Calladita te ves más fea.

— ¡Oye! ¡Feo tu papá!

Giré los ojos y las de atrás rieron, por suerte Poché aparecía en ese momento, un sentimiento de alivio me recorrió.

Rodeó el coche para subir al asiento de copiloto, abrió la puerta para adentrarse y ponerse el cinturón.

— ¿Todo bien?— preguntó al ver el silencio en el auto.

— Bueno, prácticamente tu hermana amenazó a Price con un pan y por poco casa a Liz con ella atrás.

Indeleble || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora