Capítulo 1

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Zoe Díaz

Martín es un pibe noble de corazón tierno, eso es lo que advierto al mirarlo a los ojos cuando me cuenta con una sonrisa sobre sus amigos, sobre sus aficiones o sobre lo linda que me ve vestida.

Desde el inicio de nuestra relación congeniamos y todo fluyó bastante bien. Tengo que admitir que gran parte de eso se debe a su gran facilidad para charlar y sacar temas a lo loco. Es mucho más sociable que yo, así que nos complementamos bastante bien con eso.

Me gusta cuando lo veo achinar los ojos al verme de lejos y cuando levanta la mano para que lo vea, sin temor a pasar vergüenza. Eso es lo que pasa siempre, incluso ahora, cuando nos hemos juntados por cumplir quince meses juntos.

Lo nuestro empezó como un amor de verano y terminó llegando más lejos de lo pensado.

—Fua, qué bella estás, corazón —dice al verme y me da un piquito.

No soy de quienes tienen un gusto delicado para la moda, él lo sabe y aún así me halaga por mi oufit clásico: jean largo, pupera blanca con algún símbolo, encima un buzo ancho marrón y unas convers. Sí, quizás soy demasiado básica, pero él me ama así.

—Vos también estás lindo, ¿te pusiste gel en el pelo? —le pregunto con gracia al notar que lo tiene tirado para atrás y él solo se ríe.

—¿Nuevo estilo?

—Ay, te amo, siempre me sorprendes con algo nuevo.

Cada cita nuestra es especial porque Martín tiene algo nuevo para presentarme de él o del lugar al que vamos. La última vez fuimos a un arcade de esos viejos que no son fáciles de encontrar. La anterior a ella me llevó a la perra de su prima que la considera propia y fuimos a un "parque de perros" improvisado. Y la anterior me mostró que se había hecho un pircieng. Siempre todo gira en torno a él, pero me agrada. Yo no tengo mucho para demostrar.

Hoy salimos con normalidad, vamos a un bar un rato, disfrutando el cambio de estación de verano a otoño. A él le gustan los planes diferentes, pero a veces simplemente permanecemos en la rutina. Eso no me molesta, al fin y al cabo, me agrada cualquier rato que podamos pasar juntos. Además, últimamente casi no nos vemos.

Él está muy ocupado con la facu, preparándose para rendir algunas materias, y yo estoy por hacer los cursillos, pero lo llevo tranqui.

Ambos estamos en etapas distintas, pero a diferencia de otros boludos, él nunca me recriminó por no comprender del todo su situación como chico que lleva tres años en la facu. Él siempre me explicó sobre sus horarios, sus exigencias y lo complicado que estaba con las materias que tenía de segundo año. Es muy comunicativo y eso es lo que está bueno entre nosotros, que podemos hablar de todo lo que nos afecta.

Además, me siento muy querida cuando me presenta por todos lados como su novia o me presume en redes. Es el novio perfecto para mí y aún, a pesar de que llevamos un buen tiempo juntos, no me lo puedo terminar de creer.

Caminamos por las calles de Boulevard Oroño iluminada por las luces de los autos y los semáforos, apenas está cayendo el sol, pero este era el único momento en el que Martín queda libre del estudio y del laburo. En realidad, laburamos en el mismo lugar, pero en diferentes horarios. Yo en la tarde, él en la mañana.

A veces me pregunto si simplemente estamos destinados a encontrarnos forzando absolutamente todo lo que tenemos. Es complicado vivir así, pero lo afrontamos.

—No sabés, boluda, las Águilas Negras estamos devorando —suelta de repente en nuestra repentino silencio no muy pacífico entre todo el ruido típico de Rosario.

A quien siempre debiste amarWhere stories live. Discover now