Elígeme

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Aparecí en tu vida como un susurro inesperado, como la brisa que acaricia la piel en una tarde de verano. Sin advertencia, sin preparación, sin la necesidad de desvelar todo lo que traía conmigo. Poco a poco, sentí cómo el peso de mis secretos se desvanecía, cómo las noches dedicadas a leerte bastaban para sentirme cerca de ti. Mi corazón comenzó a abrazar la idea de que nuestra historia no seguiría el mismo camino que tantas otras profecías. Lentamente, te infiltraste en mis huesos, como un rayo X sin filtros, sin permitir dudas ni preguntas sobre lo que podría sentir por ti. Y entonces, la carga se transformó en un peso aplastante, una batalla interna para ocultar que habías robado mi corazón sin siquiera intentarlo.

Y allí me encontraba de nuevo, sumido en la oscuridad de la noche, con mi cabeza entre mis manos, ahogado en un mar de lágrimas. Suplicaba al universo, a los dioses, a cualquier entidad celestial que existiera, que me eligiera. Anhelaba con toda mi alma que el sentimiento que llenaba mi pecho fuera correspondido, que no me dejara enfrentarme solo al vacío con todos mis sentimientos expuestos, que no te perdiera por atreverme a sentir lo que sentía.

Me culpaba sin descanso, me preguntaba por qué había permitido que ese torrente de amor me arrastrara, por qué no había sabido detenerme a tiempo. ¿Por qué no pude simplemente alejarme y dejar de verte como la creación más perfecta del universo? Me imaginaba el final, cómo todo podía desmoronarse en un instante, cómo todo podía desvanecerse en un suspiro. Y entonces, sentí el dolor, el ardor en mis pulmones, el peso del llanto abrumándome.

A pesar de todo, mantuve la calma, cargué con el peso de la grieta que se abría en mi interior.

En ese momento, cuando todo parecía estar llegando a su fin, solo tenía una súplica, un ruego desesperado que brotaba desde lo más profundo de mi ser: que me eligieras a mí. Imploraba con todas las fuerzas de mi ser que fuera yo quien ocupara ese espacio en tu pecho, que fueras tú quien me viera con los mismos ojos con los que yo te veía a ti.

Solo elígeme a mí, porque yo, vida de mi vida, te he elegido incluso antes de saber que cometerías aquel crimen en mi pecho. Aunque el dolor me desgarrara el alma, aunque la incertidumbre amenazara con consumirme, solo pido esta vez que me elijas a mí. Porque en el caos de nuestros destinos entrelazados, en el laberinto de emociones que compartimos, solo anhelo ser el destino final de tu corazón errante. 

Sombras y SiluetasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora