Parte 6: Promesa de amor III

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Atención. Este episodio  tiene escenas no aptas para menores. Por favor, abstente de continuar su lectura si eres menor de 18 años.♦️♦️

Espero que disfrutéis de su lectura.

¡Nos leemos! ❤❤❤❤

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Y no...ella no lo sabía.

La recordaba. ¿Cómo olvidarla? se le había quedado dentro. Y recordó aquel momento, hacía ya tanto tiempo. Estaba a punto de presentarse como jefe del clan familiar y había recuperado la memoria gracias a ella. Tras haberla encontrado conmocionada tras la agresión de aquel miserable. 

No iba a tolerar que Neal Lagan se acercara a ella. Tampoco lo podía culpar de haberse enamorado de ella. La respiración pausada de ella, arrebujada bajo su capa lo hacía pensar en lo bueno que era compartir su vida con ella. Sentía que sus sentimientos por ella eran profundos, fuertes. Él la protegería, velaría su sueño. No podía evitar sentir la necesidad de besarla dulcemente, de apartarle los cabellos de su rostro aún húmedo por las lágrimas.

Llevaba su broche al cuello junto con la joya de la persona más importante de su vida: Paulina Griddins. La mujer que la había cuidado desde que era una niña. Y tampoco se había separado del broche que él había perdido cuando era niño. Siempre lo había llevado con ella y eso lo llenaba de esperanza. Anhelaba tenerla, anhelaba despertar en ella el mismo sentimiento de fascinación que había tenido por él tras su primer encuentro. Sólo que esperaba que ahora lo viese como un hombre, no como el niño vestido de gala que la había encontrado en la colina. ¿Cómo hacerle ver que sus sentimientos habían cambiado? La convivencia en la Magnolia lo había hecho identificar inmediatamente la situación. No le habría importado estar sin memoria si con ello continuaba viviendo con ella. Pero era impensable, egoísta... sin embargo, no quería alejarse de ella. No podía.

Ese sentimiento se hizo pesado e insoportable cuando finalmente la luz del amanecer lo despertó. Ella estaba abrazada a él y la capa aún estaba sobre ellos. El suelo sobre el que estaban estaba blando y mullido por el musgo. Se habían refugiado en un lugar que los había resguardado de la fría brisa nocturna. No recordaba que el lugar elegido fuera tan acogedor.

El cabello le había caído desordenado sobre el rostro. Una de las cintas del pelo se había soltado y él le soltó con delicadeza la otra. Su espléndida cabellera dorada brillaba en el sol de la mañana. Ella suspiró, abrazándolo con más intensidad podía percibir el perfume de su camisa. Sonrió, abrió sus increíbles ojos esmeralda y pronto llevó sus manos al fino contorno de su mandíbula...Albert contuvo la respiración ¿Qué estaba haciendo por Dios Santo?

—Candy...yo—Dijo sujetándole la mano.

Ella levantó una encantadora ceja y el no pudo evitar besarla intensamente. Candy gimió y respondió al beso hasta que su cuerpo empezó a arder. Y Albert no podía contener el hambre que sentía de su boca y quería perderse en la profundidad de aquellos enormes e ingenuos ojos verdes que le miraban con deseo, un deseo primitivo y puro que lo hizo enloquecer.

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Con encanto [Parte II]Where stories live. Discover now