REPUGNANTE.

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Mattheo Riddle.

Después de aquella noche su rostro no salía de mi mente, era casi hipnótico recordarlo.

Su expresión de placer, el sonido de sus gemidos retumbando en mis oídos, los que gritaba y los que intentaba ahogar para que no la escucharan, la curva de su espalda al sentirme en su punto acompañada con esos hoyuelos en su espalda baja que me hacían desearla más.

Las imágenes venían a mi cabeza una y otra vez, y la necesidad de azotarla crecía en mi. La idea de todas las posiciones en que podría tenerla solo me excitaban al pensarlas. La sola idea de que ella era mía aún sin serlo era inexplicable.

Sus ojos fueron fijos a los míos, no había ni una sola gota de miedo o nerviosismo cuando vi su cuerpo desnudo bajar, su boca se abrió y me imaginé follandola una y otra vez, su imagen me inundó, sus pequeñas y perfectas tetas saltando mientras que suplicaba por más.

El calor de su cavidad me lleno y el placer vino con ello, sus movimientos fueron lentos e inexpertos al principio pero fue cuestión de segundos cuando  lo entendió, la saldisfación de tenerla tan dispuesta ante mi, solo me hacía quererme correr una y otra vez dentro y fuera de ella.

La mañana siguiente, ella lucía un aspecto desorganizado, pero perfecto incluso ante su imperfección.

La tranquilidad con la que dormía, lo cómoda que se notaba, y esa sensación de no haber compartido la cama con nadie antes me hizo sentir extrañado.

L sentí moverse y cerré los ojos esperando que ella se fuera, eso era lo correcto, pero... no era lo que quería.

Sentí su mirada por unos segundos, su piel rozó la mía y esa calidez se presentó nuevamente.

La cosa se jodio cuando Tom llegó.

La necesidad de negarla para no sentirme vulnerable y débil fue inevitable y casi como un impulso del momento.

La vi irse y sentí nuevamente ese hueco dentro de mi. Extraño.

El día transcurrió y ella solo me ignoro, como si no hubiese importando o significado nada en su vida lo que había pasado, tal vez era mi capricho o mi ego lastimado, pero la quería para mi.

Su rostro no me podía mentir y las expresiones de aquella noche eran más que reales.

La note reír con el estúpido de Nott al entrar al comedor, era como su fiel perro faldero, tan insignificante y cobarde.

La veía de reojo entre clases tan firme y sin dedicarme ni una sola mirada ¿Qué carajos le pasaba?

Después de unas horas la seguí hasta biblioteca, normalmente solía estar ahí una o dos horas al día, así que era fácil saber dónde encontrarla.

Al entrar la vi perderse por uno de los pasillos, camine notando la mirada de algunas chicas de años más bajos mirarme al pasar.

Guiñe el ojo viendo cómo se sonrojaban y apartaban la mirada de inmediato causándome diversión.

Recorrí los pasillos hasta llegar a donde ella se encontraba, la observe bajar un libro grande y viejo  del estante más alto con su varita en mano mientras que se estiraba para tomarlo con la otra, su falda se levantó un poco dejando ver el marco de su bien formada figura y ese trasero enorme y tonificado que la falda larga tapaba para su suerte.

Intenté contener mis pensamientos de lo que podría hacer con ello.

Es fácil saber a donde vas -Comenté al verla sentarse y comenzar a leer.

Bueno, tampoco me estaba escondiendo -Respondió con fastidió y sin mirarme -Si me permites quiero estudiar, sola.

No pretendo estudiar hoy, asi que puedes hacerlo sin problema -Contesté ignorando su tono y recargándome del escritorio donde tenía sus cosas -Solo me quedaré aquí echando un vistazo a los libros.

GENESISWhere stories live. Discover now