45. "El segundo noviembre"

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"Si te caes te levanto, y si no, me acuesto contigo" —Julio Cortázar.

—¡NO, SEAN!—grito mirando la semejante altura en la que encontraba. Me aferro a los bordes del helicóptero con fuerzas y niego rotundamente con la cabeza.

Nos tiremos de paracaídas, "será genial" decían. Sí, decían.

—No seas miedosa, Foster—ríe Sean en mi oído—. ¿Acaso tienes miedo? ¿Miedo de admitirlo? Alex te conozco... Sé que te...—

Pego un alarido y salto sin previo aviso del helicóptero. Genial manera de evitar esa rara conversación con Sean.

El viento azota en mi rostro de lleno, como si estuviera volando, bueno, lo estaba haciendo, técnicamente. Es inevitable extender mis brazos en la caída, disfrutando de la vista de la playa. Mantengo mi boca cerrada y siento esa sensación de vació el estomago que hace mucho que no sentía. Veo como puntos negros a los chicos, que ya se habían tirado hace tiempo.

Cuando siento que me acercaba a tierra, abro el paracaídas que me hace frenar un poco y disfrutar con lentitud el viaje.

Mi corazón está a punto de salirse de mi pecho en ese sentido de adrenalina.

Voy aterrizando con lentitud, la mayoría de los chicos terminó en la playa. Espero caer ahí también pero no sé controlarlo como ellos. Como Drake conoce a los dueños gracias a Michael, nos enviaron sin instructor. Mala idea, sumando a que no presté atención en las explicaciones.

Basta con un viento fuerte, típico las costas, para impulsarme lejos. Maldición. Creo que hasta puedo oír la risa de los chicos.

Como es una parte alejada de la ciudad, hay solo casas. Si aterrizo en el techo de una de estas, asustaré muy fuerte a una familia.

Desciendo lentamente en el patio trasero de una casa, solo ruego que haya alguien, así me dejé salir.

Siento como mis pies tocan el suelo y automáticamente el paracaídas se hace solo un pedazo de tela en el suelo. Oigo un trueno, joder, se aproxima una tormenta, tengo que irme de aquí. Observo a mi alrededor el pintoresco jardín lleno de flores —unas cuantas destruidas gracias a mi—. La casa me suena familiar, sin embargo, no logro descifrarla.

Como sea, me quito la mochila y comienzo a doblar el paracaídas ya que tenía que volver a dónde están chicos. Espero que no me dejen a mi suerte y aguarden. Vuelvo a colgar la mochila en mi hombro.

Me acerco y toco la puerta corrediza de vidrio dos veces, en vano, nadie me abre. Trago saliva y decido abrirla. Solo espero que no me toque un viejo idiota, no quiero romper caras hoy.

Entrecierro los ojos al reconocer la sala de estar, los sillones color crema acomodados perfectamente, una mesa comedor de madera donde habían platos para dos personas y un cierto silencio que parecía hasta perturbador.

Alto. ¡Claro que conozco esta casa! Aquí vive Penny.

Suspiro aliviada, esto es tener suerte.

Me acerco a la zona de las habitaciones, Penny vive con su hermana de trece y sus padres, todos me conocen ya que estuve aquí antes. No sería problema que este aquí, aunque quizás se lleven un buen susto. La habitación de Penélope tiene la puerta entreabierta y la luz esta encendida, significa que está aquí y probablemente este leyendo un libro mientras escucha música con los auriculares puestos, tan ella.

Carraspeo y abro la puerta despacio.

Tanto mis ojos como mi boca se abren al panorama. Observo detenidamente la escena que tenia ante mis ojos. ¿Esto es real? Porque no siente así.

Una Casa 7 Problemas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora