El cementerio encantado

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El cementerio encantado

En una habitación decorada con un hermoso estilo de Art Deco, se desarrollaba una acalorada discusión entre los integrantes de una famosa banda musical; la razón: uno de sus miembros no deseaba unirse a la celebración de Halloween que se realizaría esa noche.

Cada año, como era la costumbre entre ellos, los tres miembros se disfrazaban para salir a disfrutar de la noche sin la presión de ser descubiertos por los paparazzis.

― Joseph vamos ―Tomas, un hombre alto, castaño de cuerpo robusto y barba espesa, cruzó un par de muebles y se sentó al lado de este con pesadez, iniciando un jaleo en el que intentaba agrandar su camisa de por sí ya holgada― ¡No nos abandones hoy! ¿Quién si no tú nos ayudará a reírnos de todos los tontos que vayan disfrazados eh?

Joseph soltó una carcajada y volteó la mirada a su compañero. El guitarrista de lavanda podía parecerse a un oso gris, pero su actitud siempre era la de un conejito; amable y graciosa.

No era fácil resistirse, si algo tenían sus amigos era su sentido del humor y no cabían dudas de que aquella sería una gran noche, pero ya había tomado una decisión y la respuesta, por más que lloriquearan a sus pies, seguiría siendo irrefutable.

― ¿Y eso lo dice alguien que está usando un disfraz de Vampiro? ―comentó de vuelta mientras cruzaba una pierna sobre su rodilla, adoptando una posición más cómoda mientras observaba a su hermano y baterista vestido de Leprechaun más allá.

― No puedo creer que seas tan amargado ―protestó Shannon, cruzado de brazos mientras se apoyaba de espaldas contra un gran ventanal que daba vista a la ciudad.

― No soy amargado, solo que no deseo ir a esa fiesta de disfraces. ―respondió el aludido con tono tranquilo.

― ¿Por qué? ―preguntó de vuelta el percusionista mientras se arreglaba el sombrero color verde que le quedaba un poco grande― El año pasado y el anterior si fuiste.

― Si, pero los años anteriores no teníamos tanto trabajo como este. ―se defendió Joseph.

― Pero este año será en la mansión de Eric, es muy poco probable que se repita la oportunidad ―puntualizó Tomas haciendo una mueca.

― Lo siento, de verdad chicos ―se puso de pie con lentitud y agarró su cazadora de cuero― Aprecio que se preocupen por mi asistencia a esa fiesta, pero hoy deseo algo de tranquilidad antes de retomar la gira.

―Pero la gira sigue pasado mañana ―pronunció Shannon en tono de pesar mientras lo observaba cruzar la estancia hacia la puerta.

― Exactamente por eso duende, quiero estar relajado para ese día y solo puedo conseguirlo si vuelvo a mi casa ahora.

― ¿Te vas solo? ―preguntó Shannon a lo que Joseph asistió mientras se colocaba la chaqueta― Dile a Shayla que te acompañe por lo menos.

Su compañero no estaba seguro de dejarlo ir así, y menos en una noche donde la gente loca estaba suelta por allí.

― Estaré bien, ella debe estar cansada de acompañarme a todos lados como mi asistente, necesita un día libre de vez en cuando. Además traje mi camioneta. ―les dio una corta sonrisa y se acercó a ambos para estrechar su mano en señal de despedida antes de retirarse― Adiós chicos, los veo mañana o pasado.

Minutos después, cuando avanzaba camino a los ascensores escuchó que lo llamaban, era Tomo que venía corriendo hasta él con la capa de vampiro ondeándole a sus espaldas por el largo pasillo.

5 cuentos de HalloweenWhere stories live. Discover now