Horfanato Jardin de Rosas

98 3 3
                                    

Resignada Jeniffer regresó por el mismo camino mal iluninado donde vio a ese chiquillo maleducado perderse. La primera vez que lo recorrió no le había parecido tan lúgubre, pensó que era por la luz de la Luna que le alumbraba con fuerza el sendero pero el recorrerlo de nuevo le ponía los cabellos de punta.

Las ramas deshojadas y marchitas de los arboles dibujaban sombras extrañas en el suelo que por momentos le parecían rostros malévolos que se burlaban de ella. Al descubrirlas Jennifer aferró con ambas manos el collar de cuero que habia encontrado en el cobertizo y como si se tratara de un amuleto contra espíritus malignos continuo andando lo más rápido que le permitió el terreno empedrado, mientras a ratos lanzaba miradas paranoicas por encima del hombro hasta que llegó a la bifurcación.

No sabía porqué pero ese punto se le hacía menos amenazante que de el que había regresado. Ahí se sentía segura y su mente, libre del pánico inicial, hizo una conjetura: Entre sus travesuras aquel mocoso parecía decirle que lo siguiera.

Pero desechó esa idea tan rápido como llegó pues le pareció disparatada.

Quizás Jeniffer debió escuchar a su intuición pues las risas y pisadas del niño que la adelantaba parecían contradecirla.

"Siguió al niño por la carretera y llegó a una enorme y vieja mansión..."

Siguió colina arriba, acompañada del canto de los grillos y las cigarras. Anhelando el momento en que ante ella apareciera el edificio del orfanato ofreciendo un alojamiento temporal. Sin embargo, el recorrido se le hacía tan largo que sentía que entre más se adentraba menos llegaba a ninguna parte. La vereda sólo serpenteaba y seguía al parecer, sin final hasta que Jennifer pensó que tal vez había errado el camino y obviado alguna desviación.

Tal vez no había sido buena idea alejarse de la parada...

De pronto el bosquecillo terminó repentinamente y Jeniffer llegó a un gran claro en el que se sernia, como una plasta negrusca, un enorme edificio estilo victoriano con corta aguas sobre el pórtico. Bardado con muros de mampostería que amenazaban con venirse abajo en cualquier momento y una verja de hierro oxidada custodiando la entrada principal.

Asomándose a través de ella, Jeniffer vio al niño llamarla y hacerle muecas entre los barrotes pinchando así su orgullo.

- ¡Espera! -gritó la chica mientras echaba a correr y justo cuando llegaba a la entraba el mocoso cerró la puerta de golpe dejándola afuera con su mal contenida cólera.

Jeniffer estaba tan frustrada por todas esas bromas, que ni siquiera se percató otra vez de lo tétrico que se veía el lugar. Por las ventanas no asomaba ni una luz encendida. Tampoco se escuchaba el sonido de los trastes en la cocina ni el barullo que siempre acompaña a una pandilla de niños. Todo estaba demasiado quieto y hasta que fue conciente de eso descubrió que el lugar parecía abandonado y que le traía un recuerdo lejano.

"Por alguna razón ese lugar le resultaba familiar a la chica desafortunada... "

Con la luz de la luna semioculta por las nubes que paseaban bajo el cielo nocturno, Jeniffer apenas pudo distinguir algo entre las sombras de la casa. No obstante, en ellas percibió la presencia de alguien... o algo que se movía en la oscuridad.

Y fue porque el cielo se despejó que todo el entorno se iluminó revelándole a Jeniffer una escalofriante verdad.

Frente a ella, al otro lado de la reja,  dos niñas con sacos en la cabeza reian con malicia mientras golpeaban con palos algo que yacía en el suelo dentro de un costalito. Un algo que gemía lastimosamente a cada impacto y se removía en frenesí como buscando una escapatoria.

Una escena cruda y terrible...

Estaban matando a un cachorro...

- ¡No, no, basta!, ¡basta! -gritó Jennifer horrorizada intentando parar el espectáculo. Pero ellas solo levantaron la vista por un instante y la miraron a través de los negros agujeros que hacian de ojos en los sacos, en ellos se veían las tetricas caras de animales mal dibujadas con crayones. Estos les daban una expresión escalofriante.

Una de ellas volvió a mirar el saco del suelo que aun se retorcía. Y retando a Jennifer volvió a tomar el palo con ambas manos y lo blandió por encima de su cabeza.

- ¡No lo hagas! -volvió a gritar Jennifer.

La chiquilla descargó el golpe con fuerza y el animal lanzó un alarido desgarrador, precedido de frenéticos movimientos buscando una escapatoria.

- ¡No!, ¡por favor! -gritó nuevamente Jennifer. Ésta vez sacuendo la puerta de hierro para abrirla, pero ésta nunca sedió. Se necesitaba la llave para que se abriera.

Mientras las dos niñas apaleaban al pobre cachorro. Jennifer se deshacía los pulmones gritando que parasen.

- ¡No lo hagan!

Ellas no se detendrían estaban determinadas a no hacerlo sin importar cuánto suplicara Jennifer. Solo podían reírse de los ruidos del animal moribundo.

- ¡Lo van a matar!

Y en ese momento escucharon que algo se rompía dentro del saco y una mancha oscura fue tiñendo la tela desde adentro. Pero ni eso las detuvo, siguieron golpeando el saco una y otra vez a pesar de que ya no se movía...

Jennifer no se percató de eso. Estaba tan aturdida por lo que veía y el estruendo de sus propios gritos que no se dio cuenta de lo que había pasado. Solo retrocedió sobre sus pasos.

"La chica desafortunada sintió miedo y se alejó de la puerta..."

Sin embargo, sus temores no la persuadieron de irse. Eso habría sido lo mejor. Rápidamente corrió alrededor de la barda buscando una entrada aledaña. Por encima de ésta otros niños asomaban la cabeza. Unos saludaban a Jennifer, otros se mofaban de ella. Pero los ignoró. Rodeó la enorme propiedad y en la parte trasera encontró una puerta de madera que estaba cerrada con pasador. A un lado había un improvisado buzón en el que se leía.

No se permite la entrada sin pase

Jennifer recordó de pronto que en su bolsillo había guardado un trozo de papel que indicaba "Pase de Abordaje".

Claramente estaba hecho por niños pero al fin y al caso parecía ser lo que necesitaba.

Golpeó la puerta con los nudillos y una voz infantil indicó entre risas desde el otro lado:

-Pase de abordaje, por favor.

Jennifer pasó el boleto a traves de la fina ranura del buzón, esperando que este funcionara. Al otro lado se escuchaba un cuchicheo que despertó su curiosidad. Se acercó a la puerta con las prisas atenazandole los nervios y de repente escuchó un clic en la cerradura que le hizo dar un respingo.

Alguien le había abierto la puerta y al parecer esperaba que entrara.

Para Jennifer la invitación era clara. Tomó la perilla, helada al tacto, y la giro con fuerza pues al parecer ésta había empezado a oxidarse. La puerta se abrió pesadamente entre las protestas de la madera vieja y el polvo de polilla que cayó a sus pies.

Jennifer entró a la propiedad sin preguntarse si podría volver a salir.

RuLe Of RoSeWhere stories live. Discover now