Capítulo 4

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Capítulo 4

Mi cuerpo de pronto pareció demasiado pesado para ser soportado por mis rodillas. Alex acudió raudo a mi lado, sosteniéndome con un brazo y llevándome a la silla que hacía escasos segundos Ela dejó vacía.

Tenía que ser una pesadilla. Todo era una pesadilla. Iba a despertar y estaría en mi cómoda cama, bajo el cuadro de las alas blancas y Salvín estaría esperándome en la planta baja con un té recién preparado.

Fijé mis ojos en el cristal de la mesa, repitiéndome una y otra vez que despertara.

—Ansel...—La voz oscura y grabe de Alex me resultaba lejana, aunque estuviera a escasos centímetros de mí.

Tragué saliva a medida que la cruel realidad se iba cerniendo sobre mí, como si fuera un paño oscuro que no me permitía ver el sol. Sentí las lágrimas correr por mis mejillas, sin molestarme en limpiarlas alcé la cabeza y fijé mis ojos en los de Alex.

—¿Quiénes?

Mi voz no tembló, ni siquiera se quebró. En ese momento el dolor quedaba disipado por la neblina del odio. Un odio que necesitaba saber a quién dirigirlo.

Los iris azules me estudiaron con detenimiento durante unos segundos.

—Dejarnos solos— Ordenó y lo demás obedecieron rápidamente. Él no se movió, siguió en la misma postura cuando continuó: — Sé lo que estás pesando, Ansel. Pero nunca podrás contra ellos. Al menos no sola.

—¿Quiénes fueron?—Volví a preguntar con los dientes apretados. No podía parar de llorar, mi mundo se acaba de romper, pero al menos el odio me mantenía de una pieza.

Imaginé a mi cuidadora siendo atacada por bestias, algunas aladas y otras no. Veía como sufría, como gritaba mi nombre cuando el aire no llegaba a sus pulmones. Veía su sangre correr por el piso del que fue su hogar.

—¡Basta!—Exclamó Alex, enderezándose— Deja de hacer eso. Tienes que controlarte, Ansel. Le pediré a Ela que...

—No— Esa vez mi voz se rompió y el rostro de masculino se suavizó— Por favor, solo quiero saber que le pasó... solo necesito...

De pronto lo sentí, explotando como si fuera una especie de big bang dentro de mi pecho. El dolor me ahogó. Dolía tanto que apenas podía soportarlo. Era como si mil ganchos rasgaran mi piel.

—Mierda— Oí que maldcía Alex, pero no podía verlo, mis ojos no paraban de llorar mares de lágrimas y entonces.... Entonces llegó la oscuridad.

Mis ojos no lograban ver absolutamente nada, la espesa capa negra me cegaba. Solo oía voces lejanas que gritaban mi nombre. Moví las manos, tratando de tocar algo que resolviera el acertijo de donde me encontraba. Mis dedos dieron con una tela suave como la seda y entonces la escuché por primera vez:

—Mi pequeña, Ansel.

Aquella voz fue como una pluma meciéndose por una leve brisa. Mis pupilas parecieron reaccionar a ella y la luz abarcó la oscuridad. Parpadeé varias veces hasta hallarla frente a mí. Era un ser magnifico, de cabellos rubios y rizados, ojos tan claros como el mismo cielo y rostro angelical.

Me miraba como si hubiera estado esperando toda su vida por mí. Como si dependiera de encontrarme.

—¿Quién eres? —Pregunté tratando de incorporarme, pero mis débiles huesos me fallaron.

—Aquí eres muy débil, pequeña.

Mis cejas se encontraron.

—¿Aquí? ¿Dónde estoy?

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⏰ Letzte Aktualisierung: Jun 14, 2017 ⏰

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