Capitulo 22

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No estaban seguras si era porque su noche había sido agitada por la actividad física a la que se sometieron o si era por la paz y seguridad que le transmitía la otra al estar abrazadas al dormir pero no pudieron despertar hasta que fue el medio día y una de las señoras del servicio del hotel tocó la puerta para asegurarse de que estaban bien y verificar si no necesitaban algo más.

-¿Puedes abrir tu la puerta?- pidió Alice con la voz aniñada por el sueño y aunque Beth estaba igual o tal vez más cansada que ella no tuvo más opción que aceptar y levantarse de la cama, cosa de la cual se arrepintió porque perdió el contacto y aquel calor que el cuerpo de la ojiazul le transmitía y se sentía tan bien. Sin demoras se dirigió al baño y tomo un albornoz amarrándolo al frente para que este no se abriera por descuido.

-Buenos días- saludos apenas abrió la puerta y divisó a una mujer de unos cuarenta y cinco años con el uniforme del hotel

-Buenas tardes- saludo amable- decidí venir hasta aquí solo para cerciorarme de que todo estaba bien, la señorita Jauregui fue muy específica cuando alquilo la habitación y pidió que el desayuno fuera servido en el balcón de su habitación pero la cocina ya cerró el menú del desayuno y como aún ella no nos llamaba decidí venir aquí y ver que todo estuviera en orden y no tuviera algún problema

-No está todo bien- respondió Beth sonrojada al darse cuenta que se habían quedado dormidas- y solo tráiganos algo ligero para el desayuno, creo que nos iremos en breve

-En un momento vuelvo- respondió la mujer antes de darse la vuelta y dirigirse al ascensor

La rubia se acercó a la cama y sonrío al ver a la castaña sumida ante el sueño, sus cabellos estaban revueltos resultado de lo que habían hecho la noche anterior, sus labios estaban ligeramente rosados y tenía una enorme marca roja en la parte superior de su clavícula la cual podía ver con facilidad porque las mantas no cubría más allá de su torso dejando expuesto su parte superior. Con cautela y tratando de ser lo más delicada que pudiera se metió en la cama dejando caer su albornoz al piso porque si algo había aprendido aquella noche era que no había mejor sensación que su cuerpo desnudo pegado al de la ojiazul quien era dueña de su corazón.

-Princesa- susurró levemente presionando sus labios contra los de Alice en un corto beso- es hora de despertar- la castaña se removió en la cama acurrucándose contra el cuello de Beth y está no pudo evitar sonreír de ternura- mi amor- volvió a susurrar llevando su mano a la mejilla de Alice y comenzando a acariciarle la mejilla con su pulgar suavemente- ya es pasado el mediodía, es hora de irnos

-No- murmuró adormilada pero dejándose acariciar- tengo sueño

-Pero ya es tarde- dijo soltando ella un bostezo- despierta princesa

-Quiero quedarme aquí todo el día contigo- dijo abriendo los ojos perezosamente para volverlos a cerrar

Beth retrocedió su cabeza para mirar a Alice quien aún permanecía con los ojos cerrados y comenzó a dejar besos por la cara de Beth para comenzar a descender por su cuello y dejar pequeña caricias con sus labios y dientes haciendo que Alice despertara sin más protestas. Beth comenzó a descender aún más acercándose peligrosamente a los pechos de la ojiazul quien ahora tenía los ojos cerrados pero no era por qué estaba durmiendo o por sueño, simplemente quería disfrutar aún más la sensación de los suaves besos de Alice sobre su piel. Beth regreso el camino de besos para atacar la boca de Alice quien aceptó el beso más que feliz.

-Es hora de irnos- hablo separándose de ella y riéndose al ver el enojo que se formó en el rostro de Alice- es mejor que vayamos a casa antes de que nuestras madres se den cuenta

-Te odio-resopló enojada antes de levantarse de la cama y seguir a Beth al baño

Al final terminaron demorándose un poco más de lo pensado y es que la ducha terminó convirtiéndose en un baño de tina donde cada una se encargó de bañar a la otra y entre juegos y risas perdieron la noción del tiempo una vez más. El desayuno fue menos romántico de lo planeado y simplemente tomaron las tostadas para comerlas en el camino junto a jugo de naranja, no era como si no estuvieran hambrientas pero el reloj marcaba ya casi las 3 de la tarde y prefirieron ir a casa antes de que sus madres descubrieran la mentira.
Tomaron un taxi a casa después de colocarse un par de jeans y camisetas que Alice se había encargado de tener preparadas en la habitación del hotel aunque se le pasó el pequeño detalle de llevar zapatos cómodos y terminaron colocándose los tacones de la noche anterior.

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