»Parte Tercera«

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I

Maldicion, Akira... Me duele el trasero y las piernas. —Chilló Takanori mientras comía su desayuno.

—No es mi culpa que te obsesiones con los paseos a caballo, princesita. —Rió Akira.
Matsumoto chasqueó la lengua.
No tenía con qué culpar al rubio por lo que sólo rió negando con la cabeza.
Y así comiendo, fue que llegó cierto pensamiento a su cabeza.
No había pensado en ello antes.
Y ahora, después de casi tres meses, al haber aceptado su sentir, se lo planteó.
¿Qué haría al finalizar las vacaciones, en un mes?
Estaba seguro que ya no podía vivir sin aquel rubio molesto...
La mayoría del día ese había sido el único pensamiento que abarcó su mente.
Aun realizando ya la rutina junto a Akira, no podía para de pensar en ello.
Suspiró. Y eso alertó al rubio.
En las tardes, Taka solía ir al lago en donde se vieron por primera vez. No se negaba cuando el rubio pedía para ir junto a él.
Ambos a trote ligero en el mismo caballo, ya que el de Taka estaba enfermo y debía mantenerse en el establo.
Takanori había suspirado de nuevo.
Akira frunció el ceño.
Al instante llegaron.
Taka fue a ubicarse donde siempre lo hacía. Sentado, abrazando sus piernas.
El rubio se acercó a él cuando dejó asegurado al caballo.
Se ubicó al lado del pequeño rubio.
No sabía como expresar su preocupación, así que se limitó a preguntar directamente...
—¿Sucede algo, Taka?
El aludido miró al rubio negando con la cabeza.
—¿Seguro? Que suspires tanto de esa manera no es normal. —Insistió Akira, extendiendo sus piernas y recargándose en sus manos, sin dejar de mirarle.
Takanori quería, pero no se atrevía a decirle el por qué.
No era tan sencillo el 'Es que me gustas mucho, y no pensé en qué sucederá cuando las vacaciones acaben'.
Akira era un año mayor. Él no tenia escuela ni clases.
Takanori sí. Un año más.
Luego era libre de ello.
Frunció el ceño. Estaba siendo cobarde. Él no era así.

Akira se espantó un poco al ver a Takanori molesto, decidió mejor no volver a molestarle.
—Me gustas, Akira.
Finalmente pronunció aquello sin rodeos. Impactando de lleno en el rubio a su lado.
—¿Qué? —Suzuki le miró parpadeando, incrédulo.
Matsumoto se sintió abrumado. Por un momento olvidó que ambos eran hombres.
Hundió su rostro en sus rodillas.
—Lo que oíste, tonto.
Dijo sin mirarle.
Sintió gran pena cuando Akira dejó salir una carcajada.
No se movió.
El rubio mayor se acercó para descubrir su rostro, y cuando logró hacerlo notó un inmenso sonrojo cubriendo las mejillas de Takanori.
—¿Sabes? Lo hacías muy obvio, Taka.
En ese momento Matsumoto en lo único que pensaba era en que la tierra le tragase.
—No te apenes. —Akira besó su mejilla. Y eso logró hacer que su cerebro explotara. Así como su corazón. —También me gustas.
No es sencillo transmitir en palabras la felicidad que sintió al saber que era correspondido.
Sonrió sin poder creer que eso era real y no causado por su imaginación.
Suspiró con una sonrisa imborrable.
Suzuki le sonrió de igual manera y se aproximó a besar sus labios. Takanori sentía que podía morir allí mismo, seguro de que moriría feliz.
—Creo que ya no tienes de qué preocuparte, Taka-chan...
Y entonces Matsumoto volvió a la realidad.
—Por el contrario. Ahora es peor...
—¿Ah? —Al ver lo triste de la expresión en el rostro del menor, Akira no dudó en acercarse a abrazarle por sobre los hombros.
—¿Qué sucederá cuando acaben las vacaciones...? Queda un mes solamente... —El pequeño rubio miró a los ojos del mayor.
—No entiendo a lo que te refieres... —Suzuki se encogió de hombros. Haciendo contacto visual con Takanori.
—Tengo clases, me iré de aquí. No quiero hacerlo, me acostumbré a tu presencia molesta. —Dijo rápidamente. Y así el rubio mayor comprendió. Sintiéndose enternecido por ello.
—¿Sabes? Me tendrás por cuatro años aquí. Ese es el contrato con tu abuelo. Me verás en las siguientes veces que vengas... —Intentó consolarle. —Además, aún falta un mes, deja esa preocupación a su tiempo. Y ahora preocupate por responderme —Matsumoto le miró confundido— ¿Serías mi novio?
Y si antes su cerebro había estallado. Ahora no tenía idea de qué le sucedía.
—Por supuesto que sí, tonto —Dijo entre risas. Estaba feliz. Demasiado feliz.
Y oír la risa de Akira en aquel abrazo le hizo sentir un vuelco en su interior. Su corazón latía con fuerza.
—Te amo Taka...
El rubio mayor había quedado sobre él, se acercó a besarle de nuevo, con sumo cariño y cuidado.
No dudó en corresponder, pasando sus manos a acariciar los cabellos del otro.
Y así pasaron esa tarde. Brindándose besos y caricias. Intentando mutuamente distraerse de todo lo que pudiera ser un pensamiento triste del día de su despedida...

II

Las siguientes semanas fueron sin dudas para ambos las mejores de todo el verano. O de sus vidas, no lo sabían.
No se atrevían a decírselo a los abuelos. Para ellos, ambos jóvenes, simplemente habían formado una buena amistad. Pero cuando tenían la oportunidad se besaban y demás, como los dos enamorados que eran.
Alguna que otra noche, en especial las de lluvia o tormenta, Akira se había cruzado a la habitación del menor. Sabiendo que no le agradaban del todo tales fenómenos.
Lo que no sabía es que ahora Takanori amaba las tormentas. Porque contaba con cierto rubio sin nariz que iba y le abrazaba durante la noche.
Sin embargo, los humanos no contamos con la capacidad de controlar el tiempo.
Y Akira sabía que esos ratos en que Takanori se veía desanimado, era porque pensaba en su despedida.
Y entendió por qué sollozaba entre sus brazos esa noche anterior al último día.
No se apartó de él en ningún momento. Por el contrario, besaba y acariciaba su cabello. Comprendía que aquel chico se había acostumbrado a una vida solitaria. Y ahora, al estar tan aferrado sentimentalmente a alguien, que deba dejar de verle por un año seguramente era difícil...
—¿Qué sucedería si dejo de gustarte? Y si yo dejo de quererte... No quiero eso... —Decia inmensamente triste por la idea.
Suzuki se enterneció. Aquel pequeño rubio era un niño aún en lo relacionado a sus emociones.
—Yo no dejaré de amarte, pequeño Taka... Verás que cuando vuelvas seré el mismo. Y aunque lo otro quede en tus manos, tampoco dejaré tan sencillamente que dejes de quererme. Te enamoraré de nuevo cada día...
Entre sus lágrimas traicioneras Matsumoto asintió, sonriendo. Sellando ambas promesas en un beso. Como asegurando que así sería...
Takanori le dejó su numero telefónico así como la dirección de su casa.
Y es que si no tenia la posibilidad de llamarle o enviarle un texto, Matsumoto descubrió que existían las cartas.
Se habían despedido antes. Como novios.
Pero frente a los ancianos debía ser una despedida de amigos.
Varias veces, Taka se aseguró de que Akira le escribiría. Y con un susurro en el último abrazo fue que musitó con seguridad el primer 'Te amo' hacia Akira que no cabía de la felicidad que sentía...
Y mientras iba en camino a la estación, Takanori descubrió algo; algo que se arrepentía de no haber notado antes, ya que podría habérselo dicho a su querido rubio sin nariz...
Y es que había descubierto que aquel chico, era una de sus maravillas. Y la más maravillosa de todas...

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Y~ espero que le haya gustado, Sempai (*^▽^)/ con toda dedicación para usted.
Aunque no termina ahí, hay epílogo xD
Queda a criterio de usted, y de los demás si lo quieren o no UwUr en ese es el final.
Y bueno, sin más palabras, gracias por leer ^^♡
Feliz cumpleaños sempai!

Maravilla [RxR]Where stories live. Discover now