Capítulo 1

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La oscuridad deformaba la esbelta figura de una joven que recorría aquel camino guiada simplemente por su memoria, las viejas arcas de esa pequeña iglesia le daban la bienvenida observando expectantes la casi lúgubre marcha que emprendía, sus ojos profundamente oscuros se sentían juzgados ante las impotentes imágenes de cal de algunos Santos, el eco de sus lentos pasos chocaba contra las antiguas paredes de piedra. El fuerte aroma a incienso penetraba intensamente sus fosas nasales, aquello alivianaba de cierta manera el agobiante nerviosismo que en su interior iba naciendo vertiginosamente, su mirada se clavó en un confesionario realizado a base de madera que había sido una de las pocas adquisiciones que aquella parroquia había hecho en varios años, allí aguardaba el hombre al que la joven buscaba; el padre Joseph, un anciano de penetrante mirada azul que en todos sus años de servicio a la comunidad solo había sido capaz de helar la sangre de cualquier feligrés que apareciera por esa construcción. El hombre de edad avanzada no pronunció palabra alguna, se limitó a estirar sus huesudas manos en donde luego de unos segundos sintió el delicado papel del sobre que aquella muchacha había cuidado celosamente por años.

—Quiero pensar que tu hermano sigue preocupado por ti —habló el sacerdote con voz seca.

—Puedo afirmarle que lo está, sin embargo, no creo conveniente seguir tocando ese tipo de temas —respondió la joven de oscura cabellera que ya llegaba a rozar sus caderas, la molestia en el tono en el que se expresaba era evidente para cualquier oído indiscreto que hubiese escuchado sus palabras—, vengo por el asunto que le comenté la anterior semana.

Un simple gesto por parte del hombre bastó para que las piernas de la joven empezaran a moverse, su oscura mirada se paseaba por los toscos acabados de la parroquia, pasaron por un corto pasillo que los condujo a la sacristía de aquel lugar, un lugar pobremente iluminado por una vela que estaba a escasos minutos de terminar de consumirse, una entrada de madera sobresalía entre el frío suelo empedrado, el párroco levantó aquella mediana puerta en el superficie provocando un chirrido molesto que parecía invadir hasta la mínima ranura de aquellas descuidadas paredes, le tendió a la joven un pequeña linterna y luego de prometerle que esperaría su regreso ella comenzó el camino que había esperado ansiosa, ingresaba en las entrañas del viejo lugar, las escaleras de piedra se encontraban húmedas, desprendiendo un aroma sumamente desagradable que lograba revolver el estómago de aquella que había ingresado a la morada de los cuerpos sin vida de antiguos servidores parroquiales que habían muerto en aquel alejado poblado; las catacumbas. Cuando llegó al final de las escaleras la luz que proporcionaba la linterna en sus temblorosas manos no iluminaba el camino que debía empezar a recorrer, empezó a dirigirse hacia los pasillos que se le presentaban, en las paredes se encontraban extrañas imágenes talladas vestidas con las telarañas que los arácnidos cuidadosamente habían elaborado, las sobresalientes tumbas de algunos sacerdotes provocaban que el delgado cuerpo de la muchacha temblara levemente.

Ni ella misma tenía clara certeza de lo que buscaba ahí, pero en sus sueños había logrado distinguir aquellos pasillos que se asemejaban en gran manera a un laberinto y aunque en algún punto llegó a considerar que se trataba de otro engaño de su atormentada mente decidió finalmente obedecer sus instintos, caminaba sin pensar mucho en lo que en su delante se encontraba, en su mente cuidadosamente se dibujaba a suaves trazos los jardines de la parroquia con los rosales en flor, las reglas oxidadas que adquirían tonalidades marrones que albergaban una descuidada fuente en donde ella había encontrado al causante de sus enigmas. En aquellos jardines la mirada penetrante de un hombre se había clavado en ella, de una manera que hizo que descubriera un mundo que había sido ocultado de su vista, el graznido de un cuervo que acompañó esa intrigante mirada despertó las pesadillas que la atormentaban.

—Llegaste —pronunció una suave voz masculina en su detrás, provocando que la muchacha frenara su caminar—, finalmente puedo llegar a tener contacto contigo.

Infierno de alas [CDNE #1]Where stories live. Discover now