Rutina

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"Cobarde todo aquel que siente remordimiento  por un acto que alguna vez disfrutó"

Lo cotidiano de la vida escolar no es más que una preparación para lo que le sigue a esta, cotidianidad que he estado viviendo desde hace ya algunos años que empecé la prepa. En mi centro educativo les encanta caer en la cotidianidad y en la rutina, creo que en todos lados es así.
Primer día de clases, coordinadores regañando a alumnos que llegan sin uniforme, las viejas sillas de metal, que este año al menos decidieron retocarlas con pintura, la tan acostumbrada misa de inicio de ciclo escolar seguido de un discurso de nuestro afamado director motivándonos a darlo todo para que el nombre del colegio esté en alto, como que si a los alumnos nos importara eso, o al menos a mi no.
Ver a mis compañeros otra vez era de las pocas cosas que el inicio de clases me alegraba, claro y saber que ya estamos un paso más cerca de dejar el colegio.

Aquel primer día, entré a mi salón de clases saludando a todos mis compañeros que hacía tiempo no los veía, desde ya se notaba la separación de algunos formando sus propios grupos. Traté de saludar a las personas que estaban solas recibiendo a cambio de mi amabilidad un gélido gesto de simpatía, lo esperaba en realidad pero quería empezar nuevas amistades y para esto hay que estar abierto a esta clase de inicios.

Era ya la hora de empezar la clase, que nuestra maestra/o guía se presentara y riéramos todos un poco con la clásica presentación uno por uno que todo profesor pide disque para conocernos.

Lucía, era el nombre de nuestra maestra guía, alta, de lentes, pelo liso, amigable, joven y algo extrovertida, lo que me empezaba a entusiasmar y darme buenos presagios para este año; cuatro nuevos se presentaron, uno que otro se miraba amigable y había uno que parecía venir de un rave, ya saben el tipo "yo todo lo llevo calmado" que a todos les agrada.

Para antes del primer receso, después de 3 presentaciones distintas con profesores y escuchar uno que otro chiste malo de parte de los catedráticos para agradarnos, tocaron la puerta del salón. El coordinador y dos nuevas alumnas, gemelas, habían llegado un poco tarde.
Fue una entrada un poco dramática, cosa que al coordinador le encantaba, ya saben eso de llamar la atención y hacerse el importante. Dejé un momento de ver para enfrente y volteé  a ver la cara de mis compañeros, increíble, dos nuevas fue suficiente para que veintidós hombres pusieran cara de pendejos, pero para que mentir, ellas tenían su atractivo.

Luego de la presentación de estas nuevas alumnas a cargo de nuestro coordinador, tomaron asiento como era de esperarse, juntas, con una que otra sonrisa tímida para romper un poco el hielo.

Sonó la campana de receso , la mayoría de compañeros salió del salón lo más rápido que pudo, mi amigo Kevin y yo nos quedamos platicando un momento en lo que sacábamos nuestra refacción de los bolsones, y a lo lejos se escuchó un "Hey Carlos", la voz venía de una de las gemelas que se dirigía hacia donde estábamos, reconocí la voz, cálida pero seria, y un frío remordimiento entró en mi.

No quería voltear la cabeza por temor a confirmar con mis ojos lo que mis oídos y cerebro ya daban por hecho, al final de cuentas,  giré la cabeza temeroso y si, era ella, Daiana.

Daiana y su cadena perpetua.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora