Segundos

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Un poco antes de que Daiana nos interceptara a Kevin y a mi en nuestros escritorios, inundaron a mi cabeza los recuerdos de todas esas noches que pasamos en las vacaciones pasadas prendidos al teléfono escribiendonos hasta tarde.

Increíble como en tan sólo unos segundos puede resumirse el mes y medio que pasamos juntos y el sin fin de emociones que vivimos tan sólo por teléfono.

Conocí a Daiana por medio de Instagram, ya la seguía pero nunca habíamos entablado una conversación, hasta que un día ella me preguntó acerca de un tema absurdo sin preámbulos ni un poco de pena. Para mi sorpresa Daiana era un mundo totalmente diferente al que estaba acostumbrado en una mujer, y ambos decidimos conocernos aunque sea por este medio.

Entre más hablabamos más confianza nos teníamos, fue cuestión de días para que habláramos por teléfono. Se volvió un poco más que rutina, algo liberador, encontramos el uno en el otro consejo, silencio y más. No le costaba contarme sus secretos y aunque yo me reservaba algunos, también confié en ella.

Con cada paso que Daiana daba para acercarse a nosotros, aumentaban mis nervios pues no sabía si se acercaba a mi a terminar de insultarme o a reclamarme del por qué mi forma de actuar la última semana que hablamos. También surgieron dudas, como el por qué no me había contado que tenía una gemela idéntica, o por qué se había mudado de la capital hacia este pueblito. Era cuestión de segundos para que Kevin y yo descubrieramos sus intenciones.

Sorpresa la que me llevé al recibir un abrazo de parte de Daiana y una sonrisa que demostraba todo estar bien y aunque la culpa seguía ahí, me sentí aliviado al ver que ella había seguido adelante y ver que no guardaba rencor alguno. Un pequeño intercambio de saludos, fue seguido de la presentación de Kevin, el cual estaba sorprendido que una chava tan bonita me tuviera tanta confianza, Daiana también introdujo a su hermana gemela, Karen, la cual con un poco de timidez nos saludó.

Kevin y Karen salieron del salón, era notorio que habían planeado dejarnos solos. No fue mucho lo que duró el silencio antes de que agarrara valor para disculparme, pero Daiana interrumpió mi intento vergonzoso de disculpas, con una sonrisa y un "no te preocupes Carlos, pasado es pasado", siguió caminando y salimos del salón.

Aunque Daiana y su amabilidad hayan dicho que todo estaba bien, mi conciencia seguía impidiéndome cambiar de página pero decidí fingir y ver que pasaba.

Fueron los 15 minutos de receso más extraños que había tenido desde que me quebré el pie en cuarto grado. Daiana se la pasó callada caminando a la par de Kevin Karen y de mi, mientras yo escuchaba la conversación sobre una cicatriz que tenía Karen en la cara, yo no dejaba de sentir la tensión entre Daiana y yo, no sabía si Daiana estaba sintiendo la misma incomodidad o sólo era mi imaginación, pero deseaba entablar una conversación que fuera a lo profundo de nostros, justo de las conversaciones que soliamos tener antes de que yo la arruinara.

El timbre sonó y no logré más que hablarle acerca de unos partidos de tenis que tuve a principio de año, de nuevo Daiana tomó su lugar, y yo sin poder poner atención sólo la veía. Kevin y Karen al parecer habían congeniado, yo sólo le advertí a Kevin que no se fuera de boca con Karen, que ellas dos no era lo que parecían ser y sin decirle más nada me retiré del salón con un poco de prisa pues ya el señor del bus, Don Joaquín, me había llamado un par de veces para que me apurara.

Así fue como empezó mi ciclo escolar, pintaba a que sería un año interesante, aunque yo sólo deseara terminarlo y avanzar hacia mis estudios universitarios, el hecho de que Karen y Daiana estuvieran en el mismo salón me gustaba.

Daiana y su cadena perpetua.Where stories live. Discover now