Epilogo: Cutie Duck

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7 años después.

Abro la puerta del departamento y suspiro cansado dejando mi bolso en el perchero. Ha sido un día realmente agotador en el trabajo y aunque ya estoy en casa, aun tengo que revisar algunos diseños que traigo en el portafolios de mi bolso.

Ha pasado ya bastante tiempo desde que me gradué de la escuela y ahora estoy trabajando junto a mi mejor amigo en grandes proyectos, ambos decidimos evocarnos al mundo de la moda y estamos progresando enormemente, Taka se ha vuelto de a poco un diseñador reconocido y junto conmigo como su mano derecha decidimos sacar al mercado una línea de ropa para este otoño así que me toca revisar las propuestas, filtrarlas y hacérselas llegar a Takanori.

Me siento en el sofá de mi sala y empiezo a revisar las muestras una detrás de otra, remarcando cosas que se pueden cambiar, mejorar y obviar. La cabeza empieza a dolerme un poco así que me quito los anteojos y los dejo sobre la mesa, froto mis sienes intentando mitigar el dolor. El timbre suena y me pregunto quién demonios puede ser a esta hora. Me levanto para abrir.

—¡Ya voy! —grito arrastrando los pies—. ¿Quién es?

—Disculpa, buenas noches —responden del otro lado—, soy el vecino nuevo, acabo de mudarme apenas esta mañana y...perdona el atrevimiento pero, ¿podrías regalarme una taza de azúcar? Es que...se me acabó y realmente necesito con urgencia...

—¿Hay alguien nuevo en el edificio? —murmuro extrañado para mí mismo, no sabía que hubiese un departamento vacante.

Despaso los seguros de la puerta y abro para saludar y darle la bienvenida, así también de una vez le doy la dichosa taza de azúcar, no me voy a morir por regalarle un poco. Del otro lado está un hombre de mi edad aproximadamente, tiene el cabello negro bastante largo y está mirando a otro lado mientras silba una canción distraído. Por alguna razón se me hace conocido.

—Hola —saludo—. No sabía que tenía vecino nuevo.

Él me observa fijamente escaneando mi rostro.

—¿Nos conocemos de algún lado? —pregunta en media sonrisa—. Te me haces familiar.

—Que coincidencia, lo mismo digo —rio levemente y estiro mi mano—. Takashima Kouyou, mucho gusto.

En vez de estrechar mi mano la toma gentilmente, observando el contacto.

—Shiroyama Yuu —responde sonriendo de lado e inmediatamente retiro mi mano. ¿Qué? No había escuchado ese nombre desde hace años.

—Yuu...—susurro escaneando cada centímetro de su rostro. Ha crecido mucho como es obvio, se ve muchísimo más maduro y no es para menos, debe contar con unos veinticinco años.

—Hola, patito bonito —responde guiñándome un ojo—. Es bueno verte otra vez, ha pasado tiempo, ¿no?

—¿Qué haces aquí? —pregunto frunciendo el ceño. ¿Cómo me encontró?

—Bueno, te dije que acabo demudarme al apartamento de al lado —señala—. ¿Aun puedes regalarme la taza de azúcar? ¿O debo ir a pedírsela mejor a la vecina de arriba?

Menea la taza entre sus mano señalándola y yo asiento. Mierda, nunca pensé que fuese a verlo después de aquel día en que le dije sus verdades en la cara y lo mandé a la mierda rechazándolo cruelmente en la terraza de la escuela. Lo dejo pasar y le quito la taza de las manos para ir a la cocina, él me sigue observando mi departamento.

—Lindo apartamento —halaga sonriendo.

—Gracias...—respondo bajito buscando en mi estantería el frasco de azúcar y una cuchara en el cajón de los cubiertos.

Patito feo (The GazettE// Aoiha)Where stories live. Discover now