Jamás un perro contó su historia con tanta gracia

41 1 0
                                    

—Bueno, ¿y cómo lo vamos a llamar? —Elena cayó de plano en una cuestión tan vital como curiosa—. ¿Qué propones, Simón?

—Ay… no sé… ¿Miguel?

—Y una leche vas a ponerle mi nombre al perro —rugió Miguel desde detrás de sus gafas.

—No, decía que qué nombre se te ocurre.

—Ah. Me da lo mismo. El que elijáis estará bien. —Y regresó a sus números y a sus bolis y a su concentración. Mamá Elena suspiró.

—Te veo poco implicado. Pensé que la llegada del cachorro era una decisión de los tres.

—Más bien una cuña que me habéis colado entre dos. —Sonrió. ¡¡Sonrió!! —. Pero no pasa nada, estoy conforme. Sólo que esto de tener mascota… me suena a extraño. Es mi primera vez en la vida.

Mamá Elena le revolvió cariñosamente la mata de pelo.

—Por eso hemos escogido un chihuahua en lugar de un mastín, para que te acostumbres a la novedad sin que una mole de pelo te bloquee el pasillo.

—¿En serio es chihuahua? Lo veo como… raro. No se parece demasiado a las fotos corrientes de internet.

—Es porque tiene el pelo largo, es otro tipo dentro de la raza pero chihuahua al fin y al cabo.

—Ummmm. Bueno, ponedle nombre ya. —Papá se fundió de nuevo en sus papeles que debían ser más entretenidos que mi bautizo.

—Murphy —aventuró mamá.

—¿Murphy? —repitió Simón pensativo.

—Murphy. Como la ley de Murphy.

—Suena bien. ¿Verdad que suena bien, Miguel?

Miguel ya estaba colgado de la estratosfera. Regresó con mucho trabajo.

 —Fenomenal. Murphy suena de escándalo.

—Pues bienvenido, pequeño Murphy —saludó mamá Elena rozándome el morrito con su nariz. De nuevo ese olor suyo tan rico…

Cenaron, digo cenamos… me arroparon en mi camita con una manta y en menos de tres segundos roncaba a pata suelta en el dormitorio de Simón, junto a la mesilla de noche en un ángulo estudiado y bien visible. Hasta me dio un besito antes de acostarse. Y mamá también. Cuando la casa quedó reducida al silencio, mis orejas se estiraron. Tenía un poco de frío.

Queridísima mamá perro: donde quiera que te encuentres, ojalá puedas oír las palabras de tu cachorrito. Tengo un domicilio y una familia estupendos, que me quieren y me han puesto nombre. No sufras porque ya no estaré más solito, a ellos no les importan mis ojos saltones ni que esté bizco, a mamá Elena le hace hasta gracia, dice que soy… —bostecé ruidoso—, dice que soy guapo, figúrate, eso es amor. Bueno, no llores, ¿vale? Te quiero mucho aunque no volvamos a vernos, te llevaré siempre, siempre en mi corazón. Amén.

Esa última palabra no sé bien lo que significaba pero Simón la había pronunciado antes de colarse entre las sábanas y me pareció oír que mamá Elena la repetía también, de modo que debía ser importante. No le conté que papá Miguel no era más que Miguel a secas, que parecía un sieso disgustado del centímetro cuadrado que yo ocupaba y que por su culpa pudiera ser que peligrase mi permanencia en aquella casa. No se lo dije porque mamá perra, como todos los chihuahuas tiene el corazón delicado y chiquito y es propensa a los infartos. Jolines, que me estoy quedando tieso… ¿Y si me acurrucara junto a Simón? Estaría más caliente… Pero…

—¡Leñe! ¡Qué alta es la cama! Ni con quince como yo subidos uno sobre otro, alcanzaríamos el borde del colchón.

Gemí un poquito a ver si alguien me atendía pero el niño este duerme como un leño, así que na de ná. Volví a mi cesto, me enrosqué como pude y procuré pensar en mamá, en sus tetitas repletas de leche y en el calor que me daba. Se me saltaron dos lagrimones como dos pelotas de tenis antes de quedarme finalmente dormido.

Historia completa por solo 89 céntimos. Más tierna que el pan bimbo:

http://www.amazon.es/El-Pequeño-Casa-ebook/dp/B007SWQVS8/ref=pd_ecc_rvi_3

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 10, 2012 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El pequeño de la casa (primeros capítulos)Where stories live. Discover now