Capítulo 2 - Un suicidio senil y católico.

30 2 0
                                    

La cotidianidad del pueblo se vio rota por el suicidio de una anciana, que como era de esperarse todos en el pueblo la conocían, las habladurías y especulaciones no se hicieron esperar, tratando de descifrar los motivos del suicidio, además que no es tan común que una persona de la tercera edad tome esta decisión.

Yara y Toro habían limado sus asperezas en las últimas semanas, logrando acuerdos que hacían más fácil su trabajo, pero el acontecimiento del suicidio de la anciana había abierto una polémica en esta naciente amistad.

- Huevón, vos crees que esa señora con lo católica que era, se iba a suicidar, eso está muy raro, para un católico el suicidio no es una opción, porque es el único pecado que no se puede confesar, ¿tú me entiendes no?, interpelo Yara.

- Pero se sabe que estaba enferma y hacia menos de 6 meses que su esposo había muerto, tal vez quiso apresurar las cosas, respondió Toro.

- Entiendo el punto de vista, pero es poco probable, la religión es como una enfermedad mental que crea su propia realidad, una persona de su edad no va a salir de su matriz, simplemente terminaría su vida como su Dios disponga, no va dejar de lado lo que toda la vida le han metido cada 8 días en la iglesia, es una programación de mucho tiempo para romperla así de fácil, argumento Yara.

- Entonces que estás diciendo, ¿que fue un asesinato? Pero cuál sería el móvil, la Señora Rufina no tenía ni en que caerse muerta, respondió Toro mientras se persignaba y miraba hacia arriba.

- Tal vez por eso quedó colgando, ¿entiendes? Colgando, porque no tenía en que caerse muerta... este marica no tiene sentido del humor, finalizo Yara.

- ¿Porque me dices tantas groserías Yara? Pienso que era mejor cuando no hablábamos tanto, dijo Toro, mirando con extrañeza a la chica.

- Este es mucho marica, dijo Yara y rió fuertemente.

La policía investigo el hecho, pero no encontró ninguna prueba que incitara a algo diferente que no fuera un suicidio y el periódico local no especulo en otras hipótesis, pero esto no mitigo la discusión entre Yara y Toro.

- Mira lo que dicen aquí, no había una nota, Toro, tú crees que al menos hubiera pedido perdón en la nota suicida y de esa forma mitigar su culpa, lanzo una nueva embestida Yara.

- Sí, eso es muy raro, no dejar una explicación, aunque he escuchado que en muchos suicidios no hay notas, ni nada, simplemente toman la decisión y se van, respondió Toro.

- La culpa es el motor de las religiones, la motivación viene de la culpa, no eres bueno porque si, es solo para no sentirte culpable, no hacen nada malo por miedo a la culpa y si sucumben a la tentación, la culpa los hace confesarse, es algo patético, pero es muy efectivo, de verdad hay muchos genios detrás de las religiones, digo Yara.

- ¿Acaso tú no te sientes mal cuando haces algo indebido? Pregunto Toro.

- La verdad no, esta sensación la erradique de mi mente hace mucho, soy como un asesino serial, je, je, je podría abrirte sin sentir ni un poco de remordimiento, pero la verdad es que odio la sangre y las tripas, lo que quiero decir es que no me rige la culpa para tomar decisiones, no te abro porque no quiero ir a la cárcel, aparte de que vomitaría, ¿entiendes?

- Eres muy rara, de verdad extraña, contesto Toro mientras arrugaba la frente.

Al finalizar la tarde entro a la ferretería una pareja de ancianos, Toro los atendió rápidamente, quería cerrar y regresar a su casa, así que entrego el pedido y recibió el dinero, Yara observaba desde el extremo de la vitrina, Toro abrió la registradora, pero no introdujo el billete, simplemente se lo llevo a la boca.

- ¿qué haces? Pregunto Yara

- Hum.. lo siento no lo pude evitar, es el billete nuevo de $10.000, respondió Toro verdaderamente apenado.

- ¿Estas robando?, ¿desde cuándo lo haces?, cuestiono Yara.

- ¡NO!, nada de eso, soy un comedor compulsivo, como cualquier cosa, hay algo malo con mi cerebro, no tiene que saber bien, es algo que me impulsa a comer casi cualquier cosa, solo necesito que un estímulo haga click a una pequeña parte de mi cerebro y debo tenerlo en la boca y tragarlo, no te preocupes repondré el dinero, respondió Toro, introduciendo un billete de $10.000 a la caja.

- Ja, ja, ja y decías que yo era rara, finalizo Yara.

Al regresar a su casa Yara encontró sobre la mesa, arroz, carne frita y un poco de ensalada, comió sola como de costumbre.

Detectives RuralesUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum