Él

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Recuerdo cuando entré la primera vez a esa cafetería en el centro de Denver y desde entonces no he podido elegir otro lugar para volcar toda mi inspiración. Ella.

Estoy más que seguro de que debe pensar que soy un maldito psicópata porque no he dejado de venir desde que la vi y estoy seguro de que ella es consciente de eso. No es mi intención intimidarla o algo parecido, pero soy un maldito cobarde incluso para decir algo más que no sea “café negro” y espero que sepa que mis intenciones no son malas.

Hace un año me gradué y comencé a trabajar como corrector en una editorial importante en Nueva York. Mis méritos ayudaron sin duda, pero que mi tía se socia de MDbooks me ha dado la oportunidad de presentar mi primer manuscrito. Sé que todos tienen demasiada fe en mi trabajo, pero creí que las ideas fluirían con rapidez si venía a un lugar tranquilo a comenzar con la historia. Me equivoqué. Estaba a punto de rendirme y dedicarme a corregir el trabajo de los demás por el resto de mi vida, pero mi madre no me lo permitió y me obligó a venir a este lugar, por lo que solo puedo decir: gracias mamá.

El día que entré y otra chica vino a tomar mi orden no pude evitar explotar, pero no porque esta sea su sección o algo por estilo, sino porque iba realmente bien con mi historia y sentí que toda mi inspiración se venía abajo. Me aterré con la sola idea de que ella hubiera perdido su empleo o algo porque no tenía ninguna otra forma de contactarla y eso me quitó todo el ánimo de escritor que me había infundado.

Han pasado dos semanas desde ese día y aquí estoy, presenciando la incomodidad que suele cubrirla a diario cuando le toca servir mi café. No quiero asustarla, debe saber que no, pero ¿cómo le dices a alguien que mi libro existe gracias a ella? Sin duda creerá que soy un loco recibido y no necesito eso.

El grupo ruidoso de universitarios hizo su orden y cuando el líder le golpeó el trasero, literalmente tuve que sujetarme de la mesa para no abalanzarme sobre él. Ella parecía infundir más seguridad y miedo del que te hace ver cuando le dejó muy claro que no volviera a tocarla. En el momento en que amenazó con hacerla perder su empleo y a la vez el mío, no pude quedarme callado más tiempo.

Jamás fui una persona violenta, pero cuando el tipo se paró decisivo para tener problemas no iba a permitir que me golpearan solo porque sí. Fue cuando por una fracción de segundo vi el rostro aterrado de la chica que decidí concentrar mi vista en la pantalla de mi computadora y supe que con lo de la policía se habría asustado lo suficiente como para dejarlo estar. Funcionó y el alivio nos recorrió a ambos de manera considerable por lo que me concentré en mi trabajo de nuevo.

Mis dedos se detuvieron en el momento que sentí su presencia a mi lado, no le pedí más café, pero sé bien porqué su nervioso cuerpo está parado frente a mi mesa.

—Gracias por lo de hace rato —balbucea demostrando que sí está nerviosa.

Dejo de presionar las teclas que había fingido estar escribiendo para mirarla por primera vez en dos semanas justo a los ojos. Su mirada es casualmente color caramelo como el delicioso aroma que desprende su desgastado uniforme y unas espesas pestañas naturales se hacen notar cuando parpadea con algo de timidez. Intento reprimir lo mejor que puedo la sonrisa que quiero regalarle, es linda, de verdad es muy hermosa.

—No hay de qué. Si necesitas que cuente los hechos a tu encargada, no tengo problema con ello —digo de forma tranquila, como si no estuviera muerto por ella y por su mirada.

—De hecho, no quisiera involucrar a más personas, pero gracias… —Asiento y decido desviar mi vista hacia la pantalla nuevamente.

Sus ojos encendieron más dentro de mí que cualquier otra interacción que haya tenido con el sexo femenino antes. Se gira sobre sus talones para volver a su trabajo, pero no quiero que se vaya y sin saber porque, abro la boca.

—Hunter. —Frena su paso y me mira de nuevo—. Mi nombre es Hunter.

—Es un placer, Hunter. Me llamo June. —Sonríe con sinceridad y me tiende la mano.

Miro su gesto más de lo necesario, pero me armo de valor y lo acepto. Un cosquilleo recorre mi palma y le regalo una sonrisa a la chica más dulce que pude haber conocido.

—El placer es todo mío, June. —Mi inspiración, susurra mi mente loca.

La Chica Del Café © ᕼɩ⳽toɾɩᥲ ᥴoɾtᥲ ♡Where stories live. Discover now