19歳の春

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-Mañana regresas al entrenamiento. -La voz de Zero asomándose por la puerta de la habitación de Kiyo sobresaltó al rubio, quien se encontraba sentado meditando, esperando que con eso se le pase el dolor de cabeza. Ya había anochecido y creyó que nadie le iba a interrumpir.

-¿Qué?, pero sigo sintiéndome mal. -Reclamó el más pequeño.

-Ya descansaste cuatro días, ¿te vas a rendir tan fácil?, qué desperdicio de tiempo eres, Saku. -El pelinegro ya no se limitó sólo a asomar su cabeza, entró de lleno a la habitación para reclamarle más fuerte al pequeño.

-¿Quieres por un maldito día dejar de hacerme sentir como una basura y llamarme por mi nombre? -Alzó un poco la voz el rubio.

-Lo haré cuando dejes de ser un inútil llorón e inmaduro, la vida no es fácil. -El pelinegro no se quedó atrás y también alzó más la voz.

-Sé que la vida no es fácil, pero pasaste de ser alguien autoritario a alguien que me denigra sin razón alguna. -Se puso de pie, para sentirse menos inferior.

-¿Sin razón alguna?, ¿acaso no notas tus mediocres avances?, lo único que haces desde que llegaste es cuestionarme y desobedecer. -Le veía enojado, con ganas de soltarle algún golpe, pero sabía que eso lo dejaría en peores condiciones para mañana.

-Cállate maldito ser sin empatía, mañana no haré ninguna mierda que me digas. Seguramente no te importará si muero o no, porque pareces no tener sentimientos. -Por alguna razón, los ojos del castaño comenzaban a llenarse de lágrimas, estas fuertes palabras impactaron a Zero, pues su alumno nunca antes se había atrevido a decirle semejantes palabras despectivas.

-Haz lo que quieras, pero si mañana no sales en todo el día, te quiero fuera de mi hogar para siempre. -Señaló la puerta con rabia, una mirada amenazante y la respiración pesada.

-Sí, haré lo que quiera. Maldito ser sin sentimientos, estoy seguro que ni siquiera sabes lo que es el amor o una simple muestra de cariño. -Kiyo dejó de gritar, pero atacó contundentemente con esas palabras, diciéndolas frente al rostro de Zero lo más cerca posible.

-Sé muchas más cosas que tú, mocoso inútil.

-¡Deja de llamarme inútil! -Se hartó el rubio, e intentó soltarle un golpe al más alto, sin embargo, había olvidado que se trataba de una de las personas más ágiles de su imperio, por lo que el pelinegro detuvo sin mayor esfuerzo la mano con la que iba a golpearle, éste le dio una mirada de desaprobación.

Las lágrimas comenzaron a aflorar sin prisa alguna por los ojos de Kiyo, resbalando por su mejilla y cayendo hasta el suelo, no había llorado así frente a alguien en mucho tiempo.

Zero quiso gritarle unas últimas palabras altisonantes al ver el atrevimiento de Saku por querer golpearle, pero el pelinegro se contuvo al ver que probablemente el alma de su alumno no lo resistiría más, así que soltó de golpe su mano y se retiró dando un portazo.

~

Al día siguiente el rubio no abandonó su habitación en ningún momento, se rehusó a consumir alimento alguno, estaba indignado, y lo único que esperaba era que Zero entrase por esa puerta para sacarlo a golpes de su hogar y no volver a recibirlo nunca más aunque le ruegue.

Se sentía harto, cansado de todo e incapaz de finalizar esta travesía aunque le falle a su pueblo, sabía que alguien más ocuparía su puesto si el llegara a desertar. Se sentía inútil, comenzó a pensar que quizás nunca debió nacer porque el ser emperador no estaba en su sangre.

El estómago le rugía mientras suplicaba por algo de alimento, pero el ego de Kiyo era lo suficientemente fuerte como para aguantar todo el día sin probar alimento alguno. Ya había anochecido, así que se encontraba en la penumbra revisando sus pertenencias, lo poco que trajo de recuerdos de su padre, le llegaban en lo más profundo del alma, era obvio que le extrañaba pero no podía hacer nada para que volviese de la muerte.

El 18 prohibidoWhere stories live. Discover now