- Capítulo 2 -

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Nunca antes había cuestionado mi vida de esta forma, pero la verdad, es que había estado viviendo en cuarentena todo este tiempo, mucho antes de todo esto, y no lo sabía, no lo sabía porque en mi exterior no era consciente de ello. Estaba viviendo de acuerdo con lo que la mayoría considera normal, además, no había tiempo para ponerse a pensar en cosas con la universidad y la típica vida de una joven.

No obstante, constantemente me veía llamada por mi desinterés, estrés, cansancio, mal humor, falta de sueño y otros sentimientos que se manifestaban en cada momento del día, cuando estaba en clases, cuando estudiaba para un parcial, cuando estaba en casa o en cualquier lugar, incluso en las fiestas. Era como si mi interior estuviera agrietándose poco a poco y cada grieta representaba una de aquellas emociones, un llamado que imploraba mi atención, pero eso no importaba, eso solo era lo normal, lo que todos tenemos que vivir, pues era el seguro camino que ya habían planeado mis padres para mí, incluso mucho antes de nacer. Lo gracioso, es que, por más que evitaba reprimir todo aquello, no podía, era mucho más fuerte que yo porque prevalecía.

Nuestro camino siempre estará conectado a nosotros, pero he podido notar que existen dos tipos de conexiones: los que crean un mutualismo, es decir, que, al dejarse guiar por el ser, se benefician ambos, mientras que los que establecen un parasitismo; actúan como parásitos en sus propias vidas, perjudicando su propósito.

Yo me encontraba en el segundo grupo. Toda mi vida estaba completamente nublada por el odio y el miedo. Me odiaba por no tener una buena familia, por no tener un padre en mi vida, por no tener suerte con los chicos, porque mi mamá enfermó de cáncer y desde que le extirparon el seno dejó de ser la mujer que era o porque empezó a tener problemas de alcohol y económicos, por ser inútil e intentar cortarme las venas a los 17, cosa que no dejó más que varias cicatrices feas en mi brazo. Yo me detestaba, pero no lo hacía por la desdicha que me tocó vivir, lo hacía porque no entendía que no necesitaba más que mi resguardo y mi fe puesta sobre mí. Ahora solo me queda observarlas y tener las pruebas de lo que sucede cuando no te abres a la naturaleza del mundo.

A menudo nos está enviando mensajes, solo hace falta escucharlos. Es tan simple como cuando entendí que cada animal sobre la faz de la tierra por inservible que parezca, tiene una finalidad, y sí, tú también la tienes. El mundo te quiso aquí por algo y tal vez no tengas las mejores cosas o los mejores padres, pero te trajo a su seno y aunque llegues a sentirte carente de muchas cosas, nadie te va amar como lo hará el a través de ti.

A lo que me refiero, es que en mi etapa de crecimiento sufrí muchas carencias que me hacían necesitar más de los demás y su aceptación para poder sentirme perfecto, lo que me impedía florecer, ya que ellos y sus opiniones eran cruciales en la obra de mi existencia, todo eso a raíz de que los que estaban a mi alrededor ya se habían sumergido en su propio mar de desdicha y con ellos me estaban arrastrando. Mucho fue el tiempo en el que viví sumergida de la mano de otros, pero siempre estuvo conectado y de alguna u otra forma se evidenciaba, hasta el punto en el que me detuve y le dejé hablar. A través de sus palabras me dio todo lo que había esperado tanto tiempo, con solo decir, yo tengo mucho más para darte de lo que otros tienen para ti, tu deber es compartirlo con ellos.

También, me dijo que yo no podía controlar el exterior, es que es imposible, pero que, si podía controlar el interior y manipular el exterior, no pierdas el hilo, tener poder de ti te da poder sobre el mundo.

Por otra parte, todos en algún momento nos vemos en esa estrella brecha de cada día ser llamados por nuestro ser interior, pero rápidamente lo opacamos repasando los pasos sistematizados que se nos han implantado desde que llegamos a nuestra casa común; escuela, universidad, trabajo, familia y todas esas demás ideas que ni siquiera nos pertenecen porque las realizamos por mandato de otros, por miedo, por el ego, que no hace más que construir barreras que nos impiden avanzar hacia el "yo", hacia ese génesis productivo. Me gusta llamarlo así, porque cuando uno se escucha, uno renace en su propósito y se vuelve más productivo y deseoso de crear en su mundo exterior el que llevaba cargando durante tanto tiempo en el interior, además, llega a comprender que la felicidad no es algo que se va adquiriendo según vas ganando cosas, las cosas se van adquiriendo con felicidad, las cosas que te dicta tu ser.

Fue muy significativo para mí entender que, así como muchos, yo vivía en una cuarentena, protegiéndome de mí, de lo que podía construir, de la bestia que puedo ser. Por el simple hecho de que aquello te hace ser diferente, te hace destacar de los demás, te hace loco o un soñador, alguien que no tiene los pies sobre la tierra, alguien que, así como nos llegó sin elección este periodo de resguardo, necesita ser resguardado de sí, adoctrinado con las enseñanzas de lo normal, de lo que debes hacer para no salir de los alineamientos del conjunto.

También, me protegía del buen padre, de la buena madre, del buen hermano, hermana, amigo que podía ofrecerme. Que el miedo a los demás no te aleje de ti, pues el único capaz de guiarte y aceptarte, eres tú, busca en ti lo que tratas de buscar en otros y amate cada día. Las opiniones de los demás no son las tuyas, tú eliges lo que te afecta. 

Vivía en CuarentenaWhere stories live. Discover now