Una cita

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Querida fugitiva:

Hoy ha sido mi primera cita con Jane. Estaba tan nervioso, que me sudaban las manos y no sabía qué decir. La llevé a un restaurante, de esos que te gustaban a ti. Ella iba preciosa, con la melena negra recogida y un vestido rojo que... Dios, me hubiera encantado quitar. Cuando llegamos, le abrí la puerta del coche, pero no me sonrió como hacías tú. Jane entró, y observó con todo detalle el lugar: Elegante, romántico y bastante caro. Nos sentamos y el metre nos sirvió vino. Cuando estaba a punto de hacer algún comentario estúpido sobre el tiempo, ella me susurró "éste no es nuestro sitio, P". Me dejó asombrado. Quizás me había equivocado con ésta chica. Le sonreí, cogí la botella de vino y salimos corriendo. Jane gritó "¡Jodeos, malditos pijos!". Ella no podía dejar de reír, y yo tampoco. Después de la carrera, ambos estábamos exhaustos y felices. Bebimos, fumamos, hablamos sobre el amor y la muerte, sobre ella y sobre mí. Me preguntó si había estado enamorado, y no supe qué responder. ¿Qué sabía yo del amor?

Después de tres botellas, diecisiete cigarros y un beso de buenas noches, volví a mi casa. Y el silencio me recordó a nuestra primera cita. Tu vestido negro, tu sonrisa perfecta, las velas, el champagne. Me acuerdo que quise besarte, y tú no me dejaste. "Pareces desesperado, Peter" me dijiste. Y fue cuando oí mi nombre en tus labios cuando me di cuenta de que quería ser el hombre de tu vida.

Tú no eres ella, ahora lo sé. Pero quizás sea lo mejor.

Gracias, tximeleta.

¿Buscándo[te]?

Peter

Fugitiva |Wattys2015|Where stories live. Discover now