Arianna: La coronación

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La coronación

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La coronación

Salgo de aquel salón hecha una furia, debo sacar a la luz que él ayudó a mi hermana, estoy segura de que lo hizo pero no tengo ninguna prueba tangible de ello.

¿Porque todo el mundo decide defenderla?

Es una asesina, ¿es que acaso solo yo lo veo?

Camino hacia mí balcón de nuevo esta vez ignorando a la luna que me sonríe como si disfrutara de todo esto.

Pasan largos minutos en los que el viento golpea mi rostro y me permite relajarme un poco.

Unos toques llaman mi atención. Un guardia entra después de permitirle el paso, mi madre pasa detrás de él.

—Puedes dejarnos. —le ordena unos segundos después.

El guardia hace caso y sale dejándonos solas, ella se acerca pero no me mira.

— ¿Qué ocurre? —pregunto un poco dudosa.

No suele visitar con frecuencia mi habitación y cuando lo hace o está preparando un discurso sentimental o viene con malas noticias.

Y la verdad me inclino más por la segunda, últimamente es lo único que hay aquí.

—Nada, solo me apeteció tomar un poco de aire con la única hija que me queda.

Suspiro cansada.

—Aún no está muerta mamá.

—Pero lo estará.

—Sí. Porqué así debe de ser. —me recargo en la barda malhumorada.

—No —me mira—, se hará porque así lo deseas.

— ¿Otra vez con eso? —me indigno.

—Aria, dime qué no sientes ningún tipo de remordimiento por ella —pongo los ojos en blanco hastiada por lo mismo—. Es tu hermana.

—Y era mi padre —contraataco—. Ya tuvimos está discusión.

—Exacto, fue una discusión. Ahora, hablemos como gente civilizada.

—No mamá. —Me meto a la habitación de nuevo—. Tú solo estás buscando que la perdone y no lo haré.

—Arianna es familia —me sigue.

— ¡Ella no pensó en eso cuando decidió matar a nuestro padre!

—Podemos hacerles creer que no fue ella.

Me tomo un momento para reírme de su comentario.

— ¿Entonces quien fue mamá? Por qué te aseguro no fui yo. Y las imágenes muestran claramente su imagen.

—Dale solo una oportunidad más. Esto está mal, es más de lo que...

—Es más de lo que ¿qué? —Me siento en la silla del tocador y la observo desde el espejo—. Ya le hemos dado demasiadas oportunidades. Antes de esto yo hubiera dado mi vida por ella, yo misma podía jurar que ella sería incapaz de algo como eso pero... ¿Cuántas veces le otorgamos el beneficio de la duda? Muchas, a pesar de tener las pruebas en nuestras narices.

Equinoccio ✓ [Terminada]Where stories live. Discover now