Entre tanta gente

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Me sentí como si hubiera terminado un maratón después de decirle todo a Rebeca, ella me miraba algo sorprendida pero sé que muy en el fondo lo imaginaba.

—Estoy asustada Rebeca, todo esto es nuevo para mí a parte ella está comprometida, me siento fatal– mis ojos comenzaban a inundarse.

—No puedes dejar de hacer las cosas por miedo Dayan, pensé que eso era de lo que corrías– entendía su referencia y dolió.
Recordar a mi madre en especial ahora que estoy tan vulnerable ensancha el nudo de mi garganta.

—Tengo miedo– mi nariz ardía, voy a estallar en llanto y Rebeca lo nota así que me consuela tomando mi mano por encima de la mesa.

—Es válido, el corazón a veces es sádico, despiadado y el muy desgraciado se manda solo. Pero cuando la cosas se dan siempre hay un porqué ¿O es que tú le rogaste a Victoria para que se acercara a ti?

—¡Rebeca cállate nos pueden escuchar!– le regaño entre dientes y ella voltea alrededor, se que no lo había pensado y para su buena suerte la gente a nuestro alrededor estaba tan inmersa en sus desayunos que no escuchaban más allá de sus pensamientos.
Se puso de pie y tiró de mi brazo sin dejarme terminar con el sándwich que estaba sobre el plato. Le preguntaba a donde íbamos pero lo único que obtuve como respuesta fueron varios "shh".  No paró hasta meterme a los baños y cerrar con pestillo.

—¿Qué haces?– digo entre confundida y alterada por su repentino arranque.

—¿Te gusta Victoria?– pregunta algo que suena absurdo responder, porque la respuesta es más que evidente. Pero era algo que quizá me confesaría en pensamientos más de una vez o el instinto de atraerla a mi mente cada tiempo libre, si, mi cabeza sabe de sobra pero decirlo en voz alta, curiosamente me perturba y me saca de orbita.
Quizá los astros se habían alineado y me gritaban a través de Rebeca que abriera los ojos y por una milésima de segundo me sentí absurda por tener tanto miedo. Fue como un balde de agua fría que me sacó de mi nudo ansioso.
Vi el rostro de Rebeca más nítido que antes y ella me miraba expectante, esperando que me confesara en voz alta para mí misma no tanto porque le quedara alguna duda. Di dos pasos hacia atrás, no pude dar otro porque el lavamanos frenó mi reflejo de querer apartarme.

—Si me gusta ¿Qué no es obvio?– murmuro bajando la mirada.

—Ya deja de querer correr de tu propia piel, acepta lo que sientes, dilo en voz alta no entre dientes– su elocuencia me dispara la adrenalina y de pronto siento que podría correr un maratón.

—¡Está bien me gusta! Es más eso es poco, siento que se me revuelve todo y que solo con verla me revoluciona el cuerpo entero. Nunca me había pasado algo así. Esta en todas partes, a todas horas me va a volver loca– levanto la voz y siento como si el nudo en mi garganta se hiciera pequeño.

—Te estás enamorando Dayan y cuando esa oportunidad se te presenta se toma sin pensarlo demasiado. Quizá aún no lo termines de aceptar pero acabas de dar un buen paso, el dejar de pelear con lo que sientes– dijo regalándome una sonrisa sincera que por inercia me hizo sonreír de lado –ahora lárgate a trabajar.

Su repentino cambio de humor me causó gracia, le planteé un beso en la mejilla exagerando el ruido y salí por la puerta extrañamente un poco más liberada. Me sentía distinta según mi perspectiva, tal vez menos abrumada y un poco más alegre.

Los días siguientes se me pasaron volando, había mucho trabajo para todos, me ocupé de la reservación y de sacar el trabajo a tiempo. Victoria estuvo gran parte del tiempo encerrada en su oficina, se veía pensativa pero en alguna ocasión me lanzaba una sonrisa cómplice y con eso me bastaba para irme a casa de buenas. Dos días antes de irnos me preguntó por la reservación, le dije que todo estaba listo incluso mis maletas estaban casi listas pero me ahorré ese dato para no sonar desesperada, sin darme demasiadas explicaciones me pidió que cancelara la reservación; sentí un bajón de energía al pensar que no nos iríamos pero al parecer cambiaba el destino, no quiso contarme mucho con el pretexto del tiempo, el trabajo y ese tipo de cosas que suelen absorberla la mayor parte del día, solo supe que íbamos al sur, a cerrar trato con inversionistas de la rivera Maya. Parecía que todo estaba bajo control pero yo nunca he sido gran amante de los cambios. Detesto que me cambien los planes y Victoria era tan impredecible, aunque realmente no tenía mucho qué objetar.

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⏰ Last updated: Jan 18 ⏰

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