Epílogo

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Amor mío
Como quisiera tenerte conmigo
Regresar el reloj y volver
A sentir tus latidos

Amor mío
Como quisiera por hoy no estar vivo
Y que puedas volver a nacer
Caminar tu camino
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Charlie

Tengo este extraño sueño, uno en el que estoy sentado en una silla, en una ínfinita habitación blanca y vacía. Sin ser yo, siendo alguien más que me deja ver desde sus ojos. Viéndo pasar las páginas de un libro en su regazo, ese libro es extraño, en sus páginas no se encuentra nada escrito, no hay ni una sola palabra en esas páginas. Aun así esas manos pasan cada página como si estuviera leyendolas, como si no estuvieran vacías, como si allí hubiera una historia que no puedo apreciar. Y dos cosas puedo notar, las manos que pasan las páginas frente a mi son las manos de una mujer. Son manos pequeñas, pálidas y hermosas, son manos que creo recordar.

Aunque no haya nada escrito en las páginas, puedo notar como la persona se toma su tiempo para mirarla, como si hubiera algo escrito allí, con tinta invisible para mis ojos.

El sueño es solo eso. Ver pasar páginas, una tras otra, y mientras más me hacer o al final, más frío se pone todo. Más frío siento.

Hasta que llegamos a la penúltima página, a una sola página del final.

Para ese entonces estoy aterrado, puedo oír mi corazón latiendo fuerte y claro. Mi desesperada respiración aún en sueños. Y ese temor irracional. A una última página.

Entonces las manos pasan de página, y todo se vuelve oscuro.

Y el temor desaparece con todo a mi alrededor.

Y solo estoy allí, viendo a la ínfinita oscuridad, preguntándome si sigo soñando, si estoy muerto, si tengo los ojos abiertos o cerrados.

Y entonces escucho esa voz, melodia y ritmo.

Y observo esa luna redonda y por alguna razón, tenebrosa. Por encima de mi, apareciendo en la oscuridad como si se tratara de un foco.

La misma luna que vi esa noche, la noche que traté de suicidarme, la noche que la vi caer a ella.

Y luego de escuchar parte de esa difuminada melodia.

Despierto.

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—En este momento eres el escritor del que más hablan los medios —soltó aquel entrevistador, sonriente y perfecto —¡Todo lo que escribes se vende como pan caliente, tus libros ya fueron adaptados a la gran pantalla y han logrado batir records! —explicaba a mi y a la cámara varios pasos a su derecha —¿Eso como lo hace sentir a usted... Señor C.B.

Entonces pensé que era tiempo de contestar.

—Bien —dije. Mostrando una fingida sonrisa.

Entonces la persona sentada detrás de ese escritorio me miró atentamente, esperando algo más, supongo, su melena rubia peinada para atrás comenzaba a resistirse a todo ese gel fijador que le vi echarse hace poco tras vestidores, el lo sabía y por  eso antes de continuar se pasó la mano por el pelo.

—¡¿Bien?! —exclamó como si la mera palabra fuera estúpida —¿¡Solo bien!?

—Si.

Let Somebody GoWhere stories live. Discover now