"Alma, mente y cuerpo."

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Poco más de un mes había pasado desde la pequeña riña que tuve con la señora Blossom, desde entonces la tensión que se había creado en la mansión había cesado significativamente.

Naturalmente esto se debía a la gran brecha que había entre Lisa y yo, puesto que después de aquella tarde habíamos acordado en mantener un perfil bajo frente a los Blossom y sobre todo frente a Alessia, quien desde aquel día se encontraba donde quiera que estuviese Lisa. De todos modos, gracias a nuestra perfecta actuación -la cual era un martirio mantener para mí- había logrado calmar el deseo inexplicable de la señora Blossom de mandar a mi castaña fuera de la mansión.

Por su parte Alessia había cortado todo lazo fuera de la formalidad conmigo, debo admitir que al principio la ausencia de su tacto maternal hacia mi persona fue difícil y doloroso, sin embargo, entendía por qué lo hacía y sabía que era lo mejor para las tres.

En cuanto a Joseph, debido al negocio que acababa de sellar pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en las cuatro paredes de su despacho, haciendo acto de presencia únicamente a la hora de almorzar y dormir; de vez en cuando se daba el tiempo para tomar el té conmigo, sin embargo, una vez terminada la taza regresaba a su despacho dejándome nuevamente en compañía de su madre o sola, lo cual era prácticamente lo mismo.

Mis actividades dentro de la casa se habían limitado en levantarme para atender a Joseph, desayunar con él y su madre, tomar clases de bordado junto a la señora Blossom, almorzar con ellos, tener una pequeña caminata por los alrededores con la señora Blossom escuchando sus innumerables quejas, regresar a alistarme para la cena, cenar y acostarme a lado de Joseph, por supuesto, quien, gracias a todo el trabajo que tenía caía como un tronco al tocar el colchón. Esto último lo agradecía demasiado puesto que las molestas insinuaciones sobre empezar nuestra vida sexual habían cesado y podía escaparme con más facilidad.

Podía resumir mi día en tres partes, cansado, tedioso y feliz. Sí, feliz, porque justo a media noche podía escabullirme de la habitación de Joseph e ir a mi encuentro con la persona que hacía que mi estadía en aquella mansión fuera memorable y cálida, que me hacía sentir valorada y lo más importante amada.

Y es que su amor era lo que me mantenía a flote, el saber que estaría esperando por mí en mi habitación, sentada en el taburete que da a la ventada observando la luna para luego levantarse y correr hacia mí una vez que nota mi presencia, levantarme en el aire y darme un tímido, pero apasionado y necesitado beso, hacía que valiera la pena todo lo que ocurría en mi día.

Ella era mi felicidad y mi paciencia, mi calma y buen humor, ella era la razón del porque seguía soportando la actitud de la señora Blossom, la frialdad de Alessia hacia mí y el desinterés de Joseph.

Ella era la esperanza de que mi día mejoraría al caer la noche.

-Jen.

Sonreí al escuchar su alegre y emocionado susurro antes de cerrar la puerta y correr hacia sus brazos. ¡Dios, como la había extrañado!

-Hola corazón. Te extrañe tanto.

Susurre envuelta entre sus brazos aspirando profundamente aquel característico olor a vainilla que la envolvía, Lisa beso mi cien antes de separarse unos centímetros de mí, tan solo lo suficiente para poder observar mi rostro. Sonrió abiertamente al verme hacer un pequeño mohín dejando un beso en mi frente antes de acunar mis mejillas entre sus manos y acercar lentamente su rostro al mío, cerrando finalmente el espacio entre nosotras con un delicado y suave beso.

-Te extrañe más Jen. Hoy no pude verla ni un segundo, Alessia me mantuvo dentro de la cocina.

Sonreí al escucharla, dejando dos besos en sus mejillas para después tomar su mano entre la mía y guiarla a la cama, como de costumbre Lisa me siguió acostándose primero para después acunarme entre sus brazos, entrelazo su mano libre con la mía dejando pequeños besos sobre el dorso de esta haciéndome reír debido a los escalofríos que aquella simple acción me causaba.

DONCELLA.Where stories live. Discover now