Capítulo IV

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⎯⎯⎯EL MUNDO HABIA OSCURECIDO para Viserys y Aemma habían perdido un nuevo bebé y para Aemma el mundo no era igual. Había perdido muchos hijos alrededor de su corta vida desde que se casó con el joven príncipe Viserys a los trece onosmaticos. Ella solo era una niña cuando la comprometieron con Viserys privándola de tener una infancia normal, llena de juguetes, dulces, mimos y caprichos por lo que la joven tuvo que madurar desde una corta edad gracias a la corta edad en la cual se tuvo que casar y empezar a dar a luz niños. La primera vez en quedar en cinta Viserys no dejo de contemplarla y adorarla, pero cuando cumplió sus 5 meses el bebé no logro desarrollarse y joven niña tuvo un aborto espontáneo que la dejo postrada en la cama por días, mientras que la depresión se volvió su cobijo y la culpa de no haber podido dar a luz a un niño.

Pero todo cambio para ella cuando a la edad de 14 años y después de un aborto más logro dar a luz a una niña totalmente sana y fuerte, la niña que se volvió su luz en la oscuridad. A pesar de que ella solo era una niña maduro y quizo darle todo lo que ella no tuvo a su hija y entre esos casos estaba el de protegerla de un matrimonio a corta edad que arruinarán su vida y no le dieran tiempo de disfrutar y ver lo hermoso que era el tener una vida plena sin muchas preocupaciones. Era algo que la jovencita envidiaba de la gente común y era que podían disfrutar de su vida tanto como lo quisieran, aunque no tuvieran los recursos contaban con la libertad de elegir su destino y aunque no todos corrían con la misma suerte de tener un gran destino envidiaba su libertad.

Ahora Aemma pensaba en todo lo que sucedía a penas hace dos lunas dio a luz a un niño, un niño que nació muerto sin signos de vida. Ella había llorado tanto cuando no escucho a su bebé, sentía su pecho arder ante el dolor de perder una vez más un hijo y ni imaginar el rostro de Viserys cuando no dio a luz a el niño que el tanto deseaba, pero aún así sabía que el hombre sufría por su hijo, por sus hijos muertos y el sufrimiento de perder un hijo que esperas con tanto amor y cariño, era totalmente insoportable un dolor que no le deseaba a nadie.

Mientras, Viserys se encontraba en sus aposentos, mientras su mente le jugaba unas cuantas haciéndolo recordar las veces en las cuales Aemma había perdido a un hijo. Sentía dolor pero a la misma vez decepción, el de verdad quería un niño, un heredero que lo sucediera y continuará con la sangre Targaryen, y lo llenará de orgullo. La única vez que su esposa dio a luz fue a una niña, y claro como iba a sentirse desepcionado si fue su primogénita la que nació sana aquel día. La niña de sus ojos, su amada princesita que en el momento que fue presentada a su padre y a Daemon no paro de ser mimada por los hombres, y ni olvidar los momentos en los que pasaba con Aemma y la niña disfrutando de un ambiente familiar que jamás pensó sentir. Pero existía aún su deseo por un niño pues así habían hecho todos los reyes antes de él, poniendo a un varón en el trono sin importar si habían tenido una mujer como primogénita.













Royalty ⎪⎪ ᶠⁱʳᵉ ᵃⁿᵈ ᵇˡᵒᵒᵈWhere stories live. Discover now