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Narrador Omnisciente

Lucía y Martina estaban petrificadas mientras miraban a Felipe.

— Por qué me nombraron? – él se mantenía recto mirándolas, le prestaba más atención a Lucía que a la otra.

— Nada – respondió Lucía tartamudeando.

— Dijiste Pipe

— No, dije otra cosa.

— Ah, y qué dijiste?

Mientras ellos charlaban medio coqueteando Martina aprovechó a irse. Se fue acercando cada vez más a la plaza y al llegar se sentó en el primer banco que vió.

A su lado apareció Blas y charlaron por un rato.

— Martu – dijo el pelinegro después de un silencio incómodo.

— Qué pasa? – ella lo miró y el correspondió.

— Perdón, en serio, realmente lo lamento.

— Está bien gordi, no pasa nada, te perdono en serio.

— Gracias – la abrazó muy fuerte y se generó un vínculo hermoso en ellos.

— Che amigo, vos entendiste algo de lo de ayer?

— Qué? Lo de Pipe?

— Sí. — Amiga viste, no entendí nada, cuando pasó tal cosa – refiriendose a cuando Martu fue cornuda – casi me caga a palos.

— Exacto! Eso pensaba – ambos rieron hasta que Juani los interrumpió.

— Miren que Clara no viene – dijo Juani sentandose al lado de Blas. Martu notó como la sonrisa del pelinegro se desvaneció apenas escuchó el nombre de su "novia".

— Epa! Qué pasó? – dijo ella, sujetandolo del mentón para ver bien su cara.

— Eh? – la miró a los ojos – Nada, supongo que el karma me llegó – rió – me fue cornudo.

— Qué?! A vos? – dijo Juani asomandose por atrás de la cabeza de Blas – Es joda, no?

— Ojalá lo fuera.

— Y por qué no se lo dijiste a los chicos? – la pelinegra le dió un leve golpe en el brazo.

— No sé, no tenía ánimo.

— Sos un bobo, Blas – Juani lo abrazó de atrás.

Los tres que estaban sentados se quedaron abrazados hasta que llegaron los demás. Pipe se asomó por la cuadra con cara de serio y se sentó enfrentados a ellos, Lucía tenía lágrimas en sus cachetes y se pusó al lado de Felipe, el último en llegar fue Fran, trajo facturas.

Agustín estaba enfrentado a Martina, cuando ella no miraba aprovechaba y admiraba su pelo, si ella preguntaba estaba durísimo y mal cuidado, nunca admitiría que mataría hasta dragones por tocarlo.

Blas y Martu andaban muy a las abrazadas y beso en el cachete, lo que a uno de ahí no le gustaba (el rubio), él los miraba con una cara de odio pero ellos no lo notaban.

— Bueno, me voy a dar una vuelta – Martina se levantó y agarró su cartera.

— Te acompaño, quéres? – dijo Blas aun sentado.

— Está bien. — Los acompaño – el rubio ya se estaba levantando –  no me malinterpreten, quiero estar cerca de mi amigo – lo abrazó a Blas por el cuello y lo apretó.

— Bueno, yo voy – Lucía se levantó.

— Ya fue, vayamos todos – Juani agarró las cosas y las metió en una bolsa a la que obligó a Kuku que cargara.

𝐌𝐘 𝐄𝐍𝐄𝐌𝐈𝐄 || Agustín LainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora