15. "Gabrielle"

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Mis ojos están fijos en las impresionantes alas platinadas que parecen emanar luz propia. Son bellísimas. Tan hermosas, que duele mirarlas en un entorno tan gris como lo es mi habitación.

La mujer frente a mí parece atemporal. No luce joven. Tampoco luce vieja. Hay algo andrógino en su rostro, pero no deja de ser lo más hermoso que he podido ver en mi vida.


—No has cambiado demasiado —dice ella, con voz neutra y carente de emoción, mientras vuelve su vista hacia mí. Ni siquiera se molesta en cuidarse las espaldas.

— ¿Eso crees?, yo siento que he cambiado un infierno —la sonrisa de Mikhail se ensancha. Entonces, avanza a paso perezoso y lento hasta interponerse entre ella y yo—. El poder demoníaco me sienta bien.

Una ceja se arquea en el rostro de la mujer y, de pronto, luce arrogante y fría.

—Sigue diciéndote eso a ti mismo —dice ella, con desprecio—. Sabes que no eres ni la mitad de lo que eras. No sé cómo diablos es que te empeñas en demostrarle a todo el Reino que no es así.

—Yo no trato de demostrarle nada a nadie —dice Mikhail, y no me pasa desapercibido el tono duro y tenso que utiliza.

Una risa carente de humor brota de los labios de Gabrielle.

—No has hecho otra cosa más que desafiar al Cielo. Te has dedicado en cuerpo y alma a gritarle al Creador que ahora estás con la escoria —suena, medio aburrida.

—Al Creador no le importa una puta mierda lo que yo haga —La voz de Mikhail pasa de ser relajada a molesta en un abrir y cerrar de ojos.

La mirada de Gabrielle refleja algo que no logro identificar.

—Está muy decepcionado de ti y de tus acciones —dice ella, con dureza, pero hay un tinte dolido en su tono—. Confiaba en ti. Puso en tus manos a su ejército y mira en qué te has convertido...

— ¡Él me convirtió en esto! —Mikhail estalla. Su voz truena y reverbera en toda la estancia y me encojo a mí misma debido al miedo.


Gabrielle sacude la cabeza mientras que lo mira con una mezcla de lástima y decepción.

—No tienes idea de la lástima que me da ver en qué te has convertido.

—No tienes una idea de la lástima que me da que sigas siendo así de cerrada —el demonio frente a mí crispa sus dedos en puños y, a pesar de que me da la espalda, puedo notar la ira que emana de su cuerpo—. Ni siquiera sé por qué pierdo mi tiempo hablando contigo.

Ella esboza una sonrisa cargada de... ¿tristeza?

—Solía creer que eras un ejemplo para todos nosotros, ¿sabes? —Suelta una pequeña risa dolida—. Creía que eras el ángel más honorario que existía. Que nunca serías capaz de hacer nada que fuera en contra de la doctrina que nos enseñaron. Te admiré durante mucho tiempo por ser el hombre recto que eras... —niega con la cabeza—. Rafael tenía razón. No eras más que un idiota arrogante con poder.

—Rafael puede besarme el culo si quiere —Mikhail dice y casi sonrío porque no puedo creer que haga un comentario como ese en una situación como esta—. Todo el mundo allá arriba puede venir a lamerme los pies. Me importa una mierda lo que tú o los demás piensan acerca de mí. Yo no traicioné a nadie y, si no son capaces de darse cuenta, quiere decir que no merecen el lugar en el que están.

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