Capítulo 4

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Me senté en la cama y abrí la billetera que tenía guardada en una de las cajas que aún no desempacabamos. Saqué todo el dinero que había en ella pero aún así no era suficiente. Cuando tuvimos que mudarnos y en los meses que estuve viviendo con Castiel en el antiguo departamente gasté la mayor parte de mis ahorros y ahora no tenía lo suficiente para pagar la matricula de la universidad, ni siquiera estaba cerca.

La puerta del baño se abrió y Castiel salió caminando hasta la cama y sentandose allí, mirandome a mí y los pocos billetes que estaba desparramados por la cama.

―¿Qué haces? ―preguntó.

―No es nada. Solo quería ver si tenía el dinero suficiente para matricularme en la universidad este semestre…pero supongo que tendré que esperar al próximo ―me encogí de hombros algo desanimada.

Castiel no dijo nada, solo se quedó mirando el dinero. ¿Qué más podía decir? Yo misma sabía que él no tenía mucho dinero ahora mismo.

―No pasa nada ―quise tranquilizarlo―. Es mejor, así puedo buscar un trabajo y ayudarte…

Él asintió. De pronto sentí que no podía estar ahí un segundo más y me fui al baño con la excusa de tomar una ducha. Aseguré la puerta y abrí el agua caliente para comenzar a desvestirme.

Últimamente me mantenía preguntandome a mí misma si vivir con Castiel fue una buena desición. Es decir, realmente lo quería y pasar tiempo con él era lo que más anhelaba pero entre más nos veía en este lugar más conciente era de que ambos aún eramos solo niños. Ni siquiera pasabamos los veinte años y ya estabamos proyectando una vida juntos. Él me quería también, lo sé, me quiere pero cuando me lo dijo hace un par de meses atrás en su auto, tratando de recuperarme, seguramente no pensó que todo aquello nos empujaría a tener que convivir.

Me paré frente al espejo viendo como este ya estaba casi por completo empañado y justo allí entendí que estaba asustada, estaba malditamente asustada de que las cosas no funcionaran. Escuché dos pequeños golpes en la puerta que me sacaron de mis pensamientos. 

―¡¿Sí?! ―grité para que mi voz se escuchara por sobre el ruido del agua de la ducha cayendo.

―¿Puedo entrar? ―la voz de Castiel atraveso la puerta.

Miré alrededor y me envolví con una toalla antes de abrir la puerta.

―¿Pasa algo? ―fruncí el ceño preocupada.

―Iré a ver el trabajo del que te hablé… ―dijo en un tono brusco y se cruzó de brazos.

―Creí que no era de tu interes ―me crucé de brazos también imitandolo.

―Podría soportarlo por un par de meses ―alzó las cejas resignado y sonrió levemente provocando que yo también le sonriera de vuelta.

Ayer me había comentado que alguien le ofreció un trabajo, algo de oficina, para nada su estilo y no se veía nada emocionado por eso.

―Si tú lo dices ―seguí sonriendole porque eso era lo que él provocaba en mí.

―Entonces voy… ―su mirada viajó desde la ducha y luego otra vez hasta mí. Él llevaba solo una camisa sin mangas y pantalon de pijama ya que acababa de salir de la ducha.

―¿No quieres un beso de la buena suerte? ―ladeé la cabeza bromeando.

―No creo que solo un beso alcance… ―sonrió acercándose a mí hasta juntar nuestros labios, con sus manos en mis caderas atrayendome hacia él.

Di un paso atrás con él y le di una leve patada a la puerta para cerrarla mientras ambos sonreiamos en el beso.

―Tengo que regular el agua… ―dije apartandome de su beso y me di media vuelta extendiendo mi mano para probar el agua.

Corazón de melón: Lo intentamos ||LSDP#2Where stories live. Discover now