Capítulo 7

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Me detuve en la entrada del parque observando mi antigua casa, me sentí desconcertada y un vacío llenó mi pecho. No sabía si mis padres aún estaban allí o la casa se encontraba totalmente desierta, no sabía si estaba preparada para saberlo pero simplemente caminé hasta la puerta principal sin tomarme el tiempo para pensar.

Saqué la copia de llaves que  tenía guardada y las metí en la cerradura. No funcionó. Intenté, fracasando, darle vueltas. Habían cambiado la cerradura, no sabía cómo tomarse eso.

Miré al cielo dando un suspiro y rápidamente di dos golpecitos en la puerta. Esperaba ver a mamá, esperaba que papá abriera la puerta, incluso imaginé a tía  Agatha allí. Simplemente esperaba cualquier cosa menos lo que vi.

Una niña pequeña, de unos seis años, abrió la puerta y se quedó mirándome con la cabeza alzada.

―¿Hola? ―La miré desconcertada.

―¡Samantha, te dije que me esperaras...! ―Llegó una señora justo detrás de ella, hizo a un lado a la niña y se apoyó en el umbral de la puerta mirándome con una amable sonrisa. Tenía un paño de cocina en la mano y vestía un delantal―. Hola.

¿Qué estaba pasando aquí? Abrí la boca para hablar pero realmente no sabía qué decir. La sonrisa en el rostro de la señora comenzó a desaparecer.

―¿Te puedo ayudar en algo? ―preguntó.

Sacudí la cabeza.

―Eh... ―Intenté mirar hacia la casa por sobre su hombro. Pude ver algunos muebles, que no recordaba haber tenido, y dos niñas jugando sobre la alfombra―. Yo...

Ahora la señora comenzaba a mirarme con el ceño fruncido. Tenía que decir algo.

―Disculpe, yo solía vivir aquí...creí que mis padres... ―No sabía cómo terminar mis oraciones pero algo en el rostro de la mujer se iluminó.

―¿Eres Sucrette? Tus padres dijeron que podrías venir.

Ahora estaba mucho más confundida.

―¿Disculpe?

―Rentamos esta casa hace un par de meses a tus padres. Dejaron algunas cosas tuyas en cajas. Dijeron que tal vez podrías venir y me pidieron que te las entregara. Sólo esperame un momento.

La señora corrió dentro de la casa y a mí me estaba costando trabajo entender lo que estaba pasando. Mis padres se habían ido otra vez, rentaron la casa y ni siquiera se despidieron.

Creí que no podría estar más decepcionada de ellos. Creí que nada de lo que hicieran podría dolerme más de lo que ya habían hecho. Me equivoqué.

Después de veinte minutos la mujer volvió con dos cajas, me las entregó y cerró la puerta en mi cara. Aún confundida, acomodé las cajas sobre mis brazos y caminé hasta el parque, buscando un banco desocupado para sentarme y revisar las cajas.

Abrí la primera caja, era un poco más grande que la otra. Sólo habían un par de prendas de ropa dobladas, algunas antiguas libretas del instituto y unas cuantas fotos mías. Nada que realmente me importara. En la segunda caja habían dos libros, más fotos, algunas de Castiel y yo, mi antiguo iPod, algunos papeles y cosas sin sentido, y un sobre.

Abrí el sobre. Había dinero y una pequeña hoja de papel doblada.

"Pusimos a la venta las cosas de tu cuarto y la ropa que dejaste. Aquí está tu dinero."

Era la letra de mamá. No había nada más, ningún saludo, ninguna explicación. Estaba tan enojada que no me di cuenta cuando las lágrimas comenzaron a salir.

Corazón de melón: Lo intentamos ||LSDP#2Where stories live. Discover now