Capítulo XXXIX

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"Una persona que tenga un grado muy elevado de agresividad, de necesidad de estímulo y de necesidad de dominio para sustituir su ausencia de emociones tiene más posibilidades de convertirse en un asesino o en un asesino en serie." 

-EDUARD PUNSET CASALS

Capítulo XXXIX

Hace seis meses.

Mason Stevens

Sus lagrimas...

Eso fue lo primero que llamó mi atención, no su atuendo, ni la forma en la que su cabello rubio caía rebeldemente a los lados de su cara, era bonita pero no era mi tipo, demasiado perfecta para mi gusto.

Bueno, ni tan perfecta, acababa de salir llorando del consultorio del psiquiatra más reconocido de este lugar, tan consumida en sus lagrimas que ni siquiera me notó, sentado en las escaleras, me pasó por un lado como si yo fuera invisible y tal vez en su pequeño mundo lo era.

Aburrido, me levanté y decidí salir detrás de ella, el frío del invierno me recibió implacable así que solo metí las manos en mi abrigo, chupando el caramelo de menta que había tomado de la recepcionista, Lisa, quien a pesar de estar en sus 40 años, lucía de 60.

No me malentiendan, ella no tenia nada del otro mundo pero estaba aburrido, y no estaba de humor para otra sesión con mi psiquiatra. Él había sido interesante al principio, pero en el momento en el que pude manipularlo fácilmente perdió toda mi atención.

Aunque los sollozos de la chica eran bajos, podía oírlos claramente en la soledad y silencio de la calle.

¿Por qué lloras, bonita?

Me daba curiosidad saber que cosas podría estar pasando en la vida de alguien que lucía tan normal, tan perfecta para que tuviera que asistir a un psiquiatra y salir de su consultorio de esa forma.

¿Depresión? ¿Ansiedad? ¿Estrés? ¿Algún desorden alimenticio?

¿Cuál es tu mal?

Estaba caminando tan cerca detrás de ella que su perfumé, algo floral, me hizo tomar una respiración profunda. Me sorprendía que ella no se hubiera dado cuenta de mi presencia. Quería hablarle, comenzar una conversación estúpida con un "¿Estas bien?" Sin embargo, disminuí mi velocidad porque con el rabillo del ojo, vi una camioneta negra siguiéndome con lentitud desde la calle.

Me detuve en seco, la camioneta deteniéndose conmigo, giré mi cuerpo hacia la calle y me dirigí a la misma. El vidrio oscuro del puesto del copiloto bajó lentamente.

Reconocí al hombre uniformado en el asiento de conductor, con tono cansado, le pregunté, —¿Ahora me sigues?

Él sonrió burlonamente, —Tan egocentrico como siempre.

—¿Estoy en problemas, señor oficial?— no podía ocultar la burla en mi voz.

Pierce siguió dándome esa sonrisa poco sincera, —No estaba siguiéndote a tí.— su mirada viajó a la figura de la chica que seguía caminando calle abajo.

—¿La estas siguiendo a ella? Vaya vaya,— esta chica definitivamente se estaba volviendo interesante, —¿Es una criminal?

Pierce suspiró, —No, Adam me pidió que la vigilará por unos días.

Arrugué mis cejas, —¿Adam? ¿Y por qué mi preciado hermano que clama que te odia te pediría eso?

—¿No lo sabes?— pasó su mano por el volante de la camioneta, —Es su chica.

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Where stories live. Discover now